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En cuatro, sobre la cama de Chan y además desnudo, con sus brazos tensos por estarlo sujetando mientras su cuerpo se sacudía de placer

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En cuatro, sobre la cama de Chan y además desnudo, con sus brazos tensos por estarlo sujetando mientras su cuerpo se sacudía de placer. El Comandante estaba detrás suyo, él aún vestido con su camisa y pantalón, la hebilla del cinturón suelta dejando salir el grueso miembro del hombre. El joven abogado empinó aún más su culo, añorando que los dedos que Chan metía y sacaba de su entrada con gula llegasen tan profundo como pudieran.

Luego de que llegasen al apartamento de Chan, sólo faltó que la puerta fuese abierta para desembocar una marea de besos y toqueteos contra las paredes, hasta que llegaron a la recámara, entre jadeos y maldiciones. Ahí en la cama, todo fue más fácil y quizás más rápido. La ropa de Minho desapareció por cada beso que el comandante dejaba sobre la piel del muchacho y, de vez en cuando, algunos hematomas que decoraban el blanco lienzo.

—Mmgh... ¡ah!

Los nudillos de la diestra del alto se impactaban con rudeza contra los pliegues de la entrada del joven, las yemas de sus dedos golpeando contra el punto dulce del chico guiándolo al borde del climax. Sin embargo, Chan no quería que se corriera aún, tenía demasiados planes para esa pequeña entrada golosa como para satisfacerla sólo con sus dedos.

—Aún no puedes correrte, princesa —gruñó contra el oído ajeno deslizando sus dedos fuera de esa caliente y mojada prisión—. Quiero que lo hagas con mi pene dentro.

Minho no pudo evitar gemir con descaro ante las grotescas palabras que soltaba el mayor. Le encantaba como lo trataba, como una princesa, una sucia princesa ansiosa por una polla dentro. Y aún así nunca era demasiado rudo, siempre se aseguraba de no lastimarlo. Pero... extrañaba las palabras dulces que venían junto a una romántica relación. Quería escuchar un "te amo" mientras se besaban... ¿No era muy iluso? Es decir, su relación obviamente no era de ese tipo. Una cosa es que se cuidaran y no se lastimasen, mas otra era que el amor floreciera ahí.

El muchacho giró su rostro al escuchar que su pareja de cama se desprendía del resto de la ropa, y una vez desnudo restregó con lascivia su miembro sobre la húmeda intimidad ajena. Los dedos de Chan estaban mojados, el índice y el medio, que los llevó hasta los labios de Minho para que los chupara. El joven parecía no inhibirse por nada. Su lengua se movía danzarina entre los dedos de Chan, probando su propia humedad y gimiendo en el proceso, una perversidad que le calentó el cuerpo más de lo que ya estaba. Sorpresivamente, el miembro del Comandante se adentró con lentitud por el estrecho canal sacándole un gritito de placer a Minho. El brazo izquierdo de Chan se envolvió alrededor del torso de su amante y lo ayudó a erguirse, quedando su pecho contra la espalda del jovencito.

—Maldita sea, estás tan apretado —jadeó contra el oído de Minho.

Y el otro siguió chupando los dedos en su boca como si no quisiese dejarlos ir, tan dulce era verlo así, que hizo a Chan imaginarse cómo sería tener su polla dentro de esa boca, con esos labios rosados apretando su tronco y succionando con avidez su glande. Ante ese pensamiento, el miembro de Chan se impactó con fuerza contra el cuerpo del chico, empezando un ritmo de embistes que los llevaría al orgasmo.

Pasión en la mira [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora