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Otro disparo sonó estridente, golpeando un jarrón de cerca del sofá donde la pareja aún estaba, reventándolo hasta reducirlo a pedazos que volaron por los aires hasta caer bulliciosos sobre el piso

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Otro disparo sonó estridente, golpeando un jarrón de cerca del sofá donde la pareja aún estaba, reventándolo hasta reducirlo a pedazos que volaron por los aires hasta caer bulliciosos sobre el piso. Chan empujó al muchacho contra el sofá a fin de protegerlo de cualquier impacto de bala. Le pasó su camisa que yacía tendida en el piso para que con ella cubriese su piel expuesta. Los vidrios estaban regados por todo el piso y era peligroso que Minho caminase descalzo a expensas de resultar gravemente lacerado.

—¿Qué diablos sucede? —ladró la pregunta como un perro, guiado por la agitación del momento.

—Soy el hijo de un mafioso, ¿qué demonios crees que está pasando? —refutó con sarcasmo.

—Maldita sea.

—Hay un arma en el cajón de la mesita de centro.

Chan se cerró el pantalón, y a hurtadillas caminó hasta el lugar indicado, abrió el cajón y encontró un par de armas, tomo ambas y regresó con Minho. Los ojos del Comandante dieron un vistazo rápido a la ventana agredida mas no encontró nada, trató de mirar hacia afuera sin tener buenos resultados de divisar al agresor.

—Dámela —pidió Minho, refiriéndose a una de las armas que su pareja sostenía en las manos.

—¿Sabes usarla?

—¿Te parece que las tengo como decoración? —burló él arrebatándole el arma antes de erguirse en el sofá— ¿Hay alguien ahí? —le preguntó a Chan.

—Creo que no. No he podido ver a nadie.

—Debo llamar a mis padres —informó el muchacho.

El Comandante hizo una revisión del lugar, caminó por la sala con cuidado de no cortarse ni de ser objetivo claro para sus atacantes. Cuando se aseguró que fuera no había ya más peligros, tomó a Minho como koala y lo llevó hasta su recámara, con cuidado de que ninguna sorpresa nociva los esperase ahí. Entraron y dejó al joven sobre la cama.

—Vístete y haz una maleta—ordenó.

—¿Qué? ¿a qué te refieres?

—Vienes conmigo a mi departamento.

—¿Por qué?

—Acaban de disparar en tu sala. No pienso dejarte aquí para que la siguiente vez te atinen.

Minho esbozó una sonrisa dulce antes de refutarle con malicia.

—No es la primera vez que intentan algo así.

—Pero ahora me tienes a mí, y lamento decirte que no pienso dejar que te toquen un solo cabello.

Y al abogado le encantó cuan dulce y cuidadoso podía ser Chan con él, preocupándose tanto por mantenerlo a salvo. Nunca antes tuvo algo parecido, ninguna de sus anteriores parejas se preocupó jamás así por él, menos cuando descubrían que era hijo de un mafioso. Chan era diferente, a pesar de ser un policía, lo cual podría considerarse como su acérrimo enemigo. Pensó que ya no podía contraargumentar nada.

Pasión en la mira [Banginho]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora