Capitulo V.

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La misma noche después de la muerte de sus abuelos...

Llegó a su piso del apartamento y entró.

Pasó directo a su pequeña  habitación y se  miró en el espejo.

Cualquiera que la viera hasta de reojo, podía notar que estaba destrozada, tenía el rímel y delineado corrido, estaba despeinada, y tenía los ojos hinchados.

Ella sólo cerró la puerta de su habitación, se tumbó en la colcha de su cama, tomó su celular y puso la canción que le encantaba a sus abuelos. Mientras la cantaba sus lágrimas caían de sus mejillas... Tomó su almohada, apoyó su cara y en silencio gritaba;

Deja de llorar, lo superaremos, como siempre lo hemos hecho.

Cada maldito segundo la imagen de sus abuelos desangrándose con el hacha en sus estómagos llegaba y lloraba, más, más y más.

Quería gritar, y destrozar todo, pero en vez de eso, se quedó callada y se destrozó el alma.

Se sentía cómo si hubiera sido una completa estúpida, se dió de  cuenta que estuvo caminando a la punta del alcantilado sin escuchar ni ver a nadie, que tenía cegado los ojos, pero cuando los abrió, fue tarde, ya la habían empujaron al alcantilado de manera brusca, y ya destrozada, supo en que mundo estaba.

Lloró, hasta que quedó dormida.

...

Se levantó y se metió al cuarto de baño, se enjuagó el rostro y se metió a la ducha.

El agua estaba fría, mejor, necesitaba desestresarse y controlarse antes de que cometiera una locura.

Se colocó de ropa un pantalón ajustado negro y una camisa manga larga ajustada también negra, le guardaría luto a sus abuelos por demasiado tiempo.

Se dejó el cabello suelto, se lo cepilló y se maquilló un poco con colores negros.

Aprovechó para deshacerse de la ropa colorida y guardar las de colores oscuros, más que todo negro y vino tinto.

Para desayunar se preparó unas tostadas con crema y agua.

Dejó mitad de aquello y lo desechó en la basura ya que ni hambre tenía.

Entra a su habitación, agarra sus llaves y deja el celular apagado, no quería hablar por teléfono con nadie hoy.

Sale de su piso  y baja por las escaleras.

Llegó a la entrada y se fue.

Hoy tendría que comenzar la nueva vida de Hannah Hill, la chica de 17 años que sufrió la pérdida de sus abuelos y busca venganza.

Llega al ya conocido callejón ya no tenebroso para ella y camina hasta el final de el.

Dónde,— como ante ayer— estaba el parque, pero solitario.

Se sube al pequeño columpio y se balancea hacia delante y atrás suavemente, mientras miraba al suelo perdidamente le llegó al cerebro un flashback.

~FLASHBACK~

Más rápido, abuelo, quiero volarrr—dijo en el columpio.

Te puedes caer mi pequeña.— dijo su abuela desde la otra esquina.

La pequeña hace puchero y su abuelo no logra aguantar con su ternura.

Está bien, Amanda, balancéala y si quiere volar yo la atrapo aquí al frente, tendré mucho cuidado.— dijo el abuelo situándose unos centímetros frente del columpio y la pequeña pelinegra sonrío feliz de oreja a oreja.

Obsesión de Venganza (𝖤𝖭 𝖯𝖱𝖮𝖢𝖤𝖲𝖮 𝖣𝖤 𝖤𝖲𝖢𝖱𝖨𝖳𝖴𝖱𝖠)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora