9. Final. Traer Al Mundo Un Hada.

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DOS MESES Y MEDIO MÁS TARDE

Zhang Cheng Ling no podía estar más a gusto con su maestro y su tío. Él mismo se encomendó la tarea de preparar todos los alimentos para su Shifu. Precisamente ahora estaba preparando una sopa de pollo. Su rostro plasmó una sonrisa amplia de esas que son cuando recuerdas algo del pasado.

—¿Qué te tiene tan feliz? —Wen Ke Xing entró a la cocina.

—Oh, tío Wen. La comida está casi lista.

—No has respondido a mi pregunta ¿Será que este joven hombrecito encontró una joven dama? —elevó las cejas constantemente con picardía.

Cheng Ling negó con la cabeza —Nada de eso. Recordé aquel año en el que me mandaste a matar un pollo y no pude hacerlo… salí corriendo porque le tenía miedo al pollo… —Wen Ke Xing al recordar tal escena perturbó la montaña con su risa escandalosa. —No te rías… 

A pesar de que se le había dicho que no se riera siguió retorciéndose de la risa en su lugar como un gusano con sal, realmente no podía parar. En esos momento fue bastante difícil para todos, perseguir y ser perseguidos era bastante agotador y en aquel año lo único que buscaban era un poco de paz en sus vidas. 

Después de calmarse, su estómago le dolía. Se limpió las gotas de agua que mojaron las comisuras de sus ojos. —Cómo olvidar aquel día. 

—Sí… veo que no lo puedes olvidar… —estaba un poco molesto por la forma en la que su tío maestro se burló de él después de haber pasado ya tantos años.

—Cheng Ling… no te enojes. Anda, apresúrate que tu shifu tiene hambre… y no queremos que se ponga sentimental o se moleste.

Con casi ocho meses y medio, los cambios de humor se habían vuelto frecuentes en Zhou Zi Shu causando grandes catástrofes en las habitaciones. Si bien no podía usar sus artes marciales, no necesitaba usarlas para hacer pedir perdón de rodillas a Wen Ke Xing y a Zhang Cheng Ling. 

Luego de salir de la cocina se dirigió a la habitación de su joven belleza, quien al verlo entrar lo fulminó con la mirada. —¿Dónde está mi comida? —su voz tenía un toque de amenaza. Como un cazador que intenta intimidar a su presa. 

—Ah-Xu, tu Discípulo es muy lento, aún no está lista. Espera un poco.

—Te mandé a ayudarlo. No a supervisarlo.

—Ah-Xu…

—Cierra la boca. —su descontento fue expresado en ese simple diálogo, haciendo que su esposo agachara la cabeza y se volviera como un perro con la cola entre las patas.

Medio incienso después, el joven discípulo apareció en el umbral de la puerta. —Shifu… la comida está lista.

—¿Por qué has tardado tanto?

—Este discípulo es incompetente y ruega al maestro que lo perdone.

Zhou Zi Shu con un ademán le restó importancia. —Ya, ya es suficiente. ¿Dónde está el viejo monstruo?

—El señor Ye salió muy temprano. —Zhang Cheng Ling lo pensó un poco antes de decir —¿El maestro comerá aquí?

—No, comamos en la mesa.

Así es, Zhou Zi Shu era tratado como un joven emperador, caprichoso y difícil de tratar. La razón era simple; resultó que el Gran Chamán le dio la noticia que la pequeña criatura en su vientre sería una hermosa niña y Wen Ke Xing al enterarse de tan magnífica noticia le dio tanto mimos que Zhou Zi Shu se acostumbró. En pocas palabras, adoptó la actitud descarada de su esposo, quien ya se podría considerar su esclavo.

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