Capítulo 6

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A favor del destino


Caminando del instituto hasta mi casa había una distancia bastante lejos, pero caminar era lo mejor; así podría pensar bien lo que les diría a mis padres si me reclamaban por haber dormido fuera de casa.

Las palabras de Marian no paraban de retumbar en su cabeza "Sacar ese demonio que tengo dentro".

¿Pero qué tan dentro está, que no lo consigo? ¿Cómo puedo sacarlo con esa dulzura que Marian dijo? ¿Cómo puedo mostrar ser fuerte, cuando cualquier cosa que me digan me destruye como una bomba atómica?

Son demasiadas preguntas para solo un momento.

Crucé la calle que me dejaría frente a mi casa. Una vez frente a la puerta tomé una bocanada de aire antes de entrar a casa y ya lista, giré la perilla de la puerta de madera que al abrirla rechinó como de costumbre. Intenté correr escaleras arriba antes de ser descubierta, pero mi padre me dio un susto de terror, que de inmediato me hizo dar un grito que recorrió toda la silenciosa casa.

— ¿Dónde estabas? — Pregunto serio.

—Hola, papá. — Agaché la cabeza. —Estaba en el instituto.

—¿Me crees idiota? — Abrí los ojos como huevos estrellados en la sarten. Su tono de voz aún continuaba igual, serio y sereno al punto de intimidar. —¿Dónde dormiste ayer? ¡Tu madre está muy preocupada! No pudo dormir en toda la noche.

«¿Será este el momento en que debo sacar ese demonio?» —pensé.

—¿Mi madre está preocupada por mí o por lo que pueda pasar con esta casa? -pregunté, con mayor serenidad de la que pensé que era capaz de emitir.

—¿De qué hablas? —Mi padre parecía confundido, pero solo aparentaba. Él a pesar de ser un imitador de mi madre, querer ser un pequeño clon; jamás me había levantado su voz. 

—Hace unos meses los escuché hablar en tu oficina.

—Sabes que eso... —Comenzó a decir

—No es el momento de decir  que debo o no hacer, lo importante aquí es que mi mamá, me quiere vender a ese repugnante anciano para que ella no pierda esta casa.—En ningún momento levanté mi voz, buscaba jugar su mismo juego. 

—No hija, eso no es cierto.

—No quieras meter los dedos a mi boca, papá. Lo que yo escuché salió de la misma boca de ella. Ya soy una chica a punto de terminar el instituto, el siguiente año me iré a la universidad; mi mamá solo piensa en no perder esta maldita casa por el miedo a lo que los amigos puedan decir.

Como no recibí ningún comentario por parte de mi padre, me giré sobre mis talones y continué mi rumbo, llegué a mi habitación y cerré la puerta con toda la delicadeza del mundo, mostrando que la niña que ellos criaron hace 16 años ya creció y tiene los pies bien puestos sobre la tierra. Mostré la madurez necesaria; tuve la valentía de enfrentar a mi padre sin que de mi boca saliera un grito para él.

«¿Será ese el demonio del que me hablaba Marian?» Si es o no, no lo sé, pero lo que fuera, yo lo hice y se siente bien.

***

Estábamos sentados en la mesa, el silencio invadía toda la habitación, solo se escuchaban los cubiertos golpearse contra los platos. Al terminar corrí el plato hasta atrás, pedí permiso para levantarme de la mesa y retirarme a mi habitación.

5 días después...


El instituto ha corrido normal, no ha pasado nada relevante. Ya comienzan a correr los rumores de cómo será nuestra fiesta de graduación, pero no me importa porque no voy a estar ahí.

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