Capítulo 18

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Dos luminares

Bajé las escaleras mientras mis piernas temblan como gelatinas. Parecía como si en toda mi vida hasta ahora estuviese aprendiendo a caminar. Todavía no podía creer que tenía que hacer eso para poder quedarme. Julieta no había parado de alentarme a que lo hiciera; era hacer eso o quedarme viviendo bajo un puente o yo que sé que otro lugar peor podría ser. Estaba completamente segura de que podía hacerlo aunque por dentro mi corazón estaba a punto de explotar con tanta adrenalina.

Me posé frente a la puerta de madera, giré la perilla expulsando el aire que había acumulado en mi boca, cerré los ojos apretándolos tan fuerte como cubriéndolos con una manta negra para que ellos no fuesen a notar la locura que tenía que hacer solo para poderme quedar aquí. Al estar la puerta completamente abierta, todas las chicas de la fraternidad estaban en una fila de honor; algunas solo sonreían y hablaban en susurros que mis oídos no entendían. Bajé los dos escalones que estaban frente a la puerta y Julieta apretó mi hombro en símbolo de apoyo. Caminé hasta el final de la calle de honor y en esa estaba Emy, la chica oriental que comenzaba a tomar control de mi vida.

— ¿Lista? —Me preguntó sonriendo y tomando mis manos entre las suyas, sin borrar la sonrisa de su rostro, pues sabía que estaba logrando lo que había querido.

—Más que lista —Contesté tan seria y segura de mí que hasta yo me lo creí, mostrándole que ella no iba a ser la más afortunada.

—Bueno, allí deberás cumplir tu reto —Señaló una pequeña piscina inflable que estaba situada en el centro de la fraternidad.

Todas las chicas se encaminaron hasta el lugar, amontonándose alrededor, dejando la parte de enfrente libre, que daba vista a una fraternidad masculina. Al llevar la mirada a la fraternidad observé a todos los chicos que estaban con cámaras esperando el gran momento. «Quizás Emy les había avisado antes de que yo hubiese aceptado hacer esta locura», pensé de inmediato.

Sabía que ir contra corriente traería muchas consecuencias, y esta va hacer la primera de tantas. Mis manos comenzaron a sudar más de lo normal, tomé fuerzas de donde no las tenía, Emy me llevaba con un leve empujón, para dejarme en la presencia de todos.

— ¡Vamos, ya hace un poco de calor! —Gritó una voz masculina desde el otro lado de la calle.

Me quité las sandalias de playa que Julieta me había prestado para poder cumplir el reto y entré a la pequeña piscina rosa haciendo que mis pies se humedecieran de inmediato al hacer contacto con el agua.

— ¡Es hora! —Emy gritó, haciéndome dar un brinquito del susto.

Quité el nudo de la salida de baño y esta se fue al agua inmediatamente dejándome al desnudo frente a un montón de personas que no conocía; la vergüenza me estaba ganando y de inmediato bajé la cabeza.

—Debes cumplir el reto completo —La chica de ojos achinados me obligó a seguir.

Levanté la mirada y comencé a mover mis caderas de un lado para el otro al ritmo de la música que había comenzado a sonar. Pasaba mis manos acariciando mi cuerpo como cualquiera chica de la vida fácil. Me giré dándoles la espalda a los chicos, por la pena. Todos silbaban y gritaban piropos impropios que no me interesaba recordar.

—Date la vuelta, reina —Gritó un hombre del otro lado de la calle.

Al darme la vuelta, llegó el final del espectáculo que estaba haciendo: la figura de Leandro se dibujó antes mis ojos. Aquellos ojos marrones atravesaron mis pupilas y mis piernas se pararon de inmediato como si el agua se hubiese convertido en témpanos de hielo. Tomé la empapada salida de baño y salí corriendo de allí.

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