Capítulo 28

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!Mi vestido!


Salgo del consultorio tomada de la mano de Leandro, le da un apretón y nuestras miradas están unidas, sonríe y me dice que todo va a estar bien. No he dudado ni un segundo de eso; estos ocho meses que tengo de embarazo no he tenido ninguna complicación con él, aunque lo que me han dicho mis profesores en la universidad, dicen que es muy riesgoso que un bebé nazca en este mes, ya que sus pulmones aún no están terminado en su desarrollo. Formateo mi mente en este instante y la idea que mi hermosa hija nazca con algún problema de salud, sale con todos los malos pensamientos.

Nos sentamos en los pequeños sofás blancos que están al final del pasillo, un lugar bastante tranquilo y muy silencioso, sofás pegados a las paredes de un color azul cielo, una pequeña mesa de cristal está en medio de la sala con muchas revistas de farándula y el periódico que quizás debe ser de hace mucho tiempo, pues sus hojas están más amarillas de lo normal. Allí solo hay una joven que aparenta tener veintidós años, sus cabellos están tan rubios que parecen de oro, al notar nuestra presencia levantó la mirada, los cristales que usa de anteojos cubren un poco las lágrimas y la angustia que tiene. Supongo que debe esperar algunos resultados, como la vi sin compañía alguna ocupo un lugar a unos centímetros de ella, Leandro se sienta junto a mí y besa mis manos, le hice una mueca y me entiende que deseo hablar con la chica, debe sentir que el mundo se está viniendo sobre ella.

Me corro más y ella se re acomoda en su lugar, creo que entendió que deseo un acercamiento.

—Hola. —Casi digo en susurro. — ¿Qué te ha pasado?—Digo acomodándome para verla. — ¿Quieres hablar? —Creo que la he cuestionado mucho, pienso para mis adentros, y hago una mueca.

—Hola... Solo que mi hija está allí adentro conectada por muchos cables y no he sabido nada de ella. —Levanta la mirada y quita sus anteojos. —La tristeza inundaba aquellos ojos azules.

—Tranquila, todo va a estar bien. —Y la rodeo con mis brazos. — ¿Y tus padres?

—No sé nada de ellos, cuando quedé en embarazo mis padres me votaron a la calle.

— ¡Oh Dios mío! —Digo en mi cabeza. Por lo menos mis padres no me echaron a la calle como a esta chica, conmigo es todo lo contrario no ven la manera que yo me vaya con ellos de nuevo. — ¿Y el padre de tu hija?

—Ese hombre no tiene el honor de llamarse padre. Se está pudriendo en una cárcel, negó a la bebé cuando nació, lo demande para que respondiera por ella y no lo hizo durante un año, las autoridades tomaron el caso y condenaron a ocho años, lo que hace en la cárcel y trabaja allí, es lo que me entregan. Es poco la verdad, pero me ha sido de mucha ayuda.

—Cuanto lo siento. —Acaricio su espalda. — ¿Es muy grave lo que tiene tu hija?

—Ella nació a los ocho meses, sus pulmones no estaban completamente desarrollados y ahora está sufriendo de ello, pues son muy débiles. Los doctores me dicen que a medida que su vida vaya avanzando ellos mismos se van desarrollando, pero creo que con mi hija no ha sido así. —Y de nuevo sus ojos se inunda de lágrimas. —Ella ha sufrido del Asma toda su vida.

Mis ojos se abren como platos y Leandro de inmediato me rodea con sus brazos por la espalda, no sé cómo se ha dado cuenta que me he partido mil pedazos por dentro.

—Mi amor, todo va seguir bien. Tranquila. —Y acaricia mis cabellos.

— ¿Qué te ha pasado? —Pregunta nerviosa está vez por mí la chica con la que hablaba.

—Solo que ha tenido dolores en su vientre estas dos últimas semanas, está preocupado por eso. —Dice Leandro.

Llaman por el altavoz a la chica y se despide de nosotros, me dice que no me preocupe porque todas mis emociones son transmitidas al bebé allí adentro, si eso es verdad, creo que mi hija nacerá con los nervios acelerados.

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