Capítulo 21

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Beth, debes aceptar


Mis ojos se abrieron por la rayos de sol que atravesaban el cristal de la ventana de la habitación de Leandro; los restregué un poco de ellos para aclarar la vista. Nada había sido un sueño, estaba ahí, recostada justo a unos pocos centímetros de Leandro. Mi cuerpo seguía aun desnudo. Levanté un poco mi sabana y noté que el cuerpo de Leandro seguía igual al mío, cosa que me provocó escalofríos. No podía creer que había perdido mi virginidad con el chico que me gustaba. Había dolido más de lo que imaginaba, pero no me arrepentía. Él había sido más atento de lo que suponía, me trató como una frágil rosa, sus manos no sobrepasaron ningún movimiento, sus labios recorrieron cada rincón de mi cuerpo y sus embestidas llegaban hasta donde yo soportaba; fue hermoso.

El sonido de una puerta tocar me sacó inmediatamente de los recuerdos de la noche anterior. Rápidamente recordé a la pequeña Isa. Esperaba que no hubiese escuchado nada. Busqué mi ropa tirada en el suelo de la habitación, la deslicé por todo mi cuerpo e intenté arreglar mi alborotado cabello, que resultó en intentos fallidos. La madera seguía siendo golpeada. Corrí hasta la puerta, tratando de evitar que con el ruido despertaran a Isa, que supuse, debía estar durmiendo plácidamente. Le di un arreglo a mi cabello y abrí la puerta.

-Buenos días, Elizabeth -sonrió tanto que supuse que la reunión había sido todo un éxito.

-Buenos días, señora Briands -respondí a su gesto y ella se inclinó hacia mí, saludándome con un beso en la mejilla-. Isa duerme de maravillas en su habitación.

- ¡Gracias! ¿No molestó anoche? -preguntó mientras terminaba de adentrarse al apartamento.

-No -rodé los ojos sin que ella lo notara-. Durmió muy bien.

- ¿Y Leandro, dónde está? ¿No deberías ir a clases hoy?

-Estuve cuidando la niña, me he dormido tarde.

-Le dije a Leandro que él debía llevarte a la universidad -frunció su frente.

-Tranquila, no fue molestia para mí -mis pensamientos pervertidos me recreaban las imágenes de todo lo que había pasado la noche anterior.

Estábamos sentadas en pequeño comedor, justo al lado de la sala de estar. La señora Brinads me contó las buenas nuevas de la reunión: ya era un hecho que mi sueldo sería duplicado, y eso me alegraba mucho ya que eso me ayudaría a salir de la fraternidad. Las chicas no me molestaban, de hecho, eran geniales, pero necesitaba mi privacidad; la poca que tenía en mi casa, la había perdido ahí.

Leandro apareció con su pecho descubierto y se dirige hacía nosotras. Su cabello estaba desordenado. Su rostro mostró el trasnocho que había tenido. Nos sonrió y besó mis labios a modo de saludo, frente a su amiga. Me sonrojé ante su demostración de amor e inmediatamente me puse en pie y salí de la habitación para buscar a la pequeñita que ya debía estar por despertar.

(...)

Isa estaba terminando su ducha y yo esperaba sentada en el suelo del baño, con mi espalda recostada en la pared. Escuché la puerta de la habitación de Isa abrirse pero no me preocupé por ponerme en pie. Sentí a Leandro sentarse junto a mí, sonreí al verlo y él me respondió con un beso en la cabeza. Acaricié su mano, que había sido depositado en mi rodilla. Ninguno de los dos habló, simplemente nos dedicamos a mirarnos, hasta que nuestros labios decidieron unirse en un beso.

-¿Ahora serás mi tía, Beth? -Isa nos hizo separarnos de inmediato al escuchar su dulce voz.

-¿Por qué lo dices? -dije, intentando confundirla.

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