Capítulo 27

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Respira hondo


Las clases concurrieron con orden, claro mis pensamientos no me dejaban da taladrar aquella imagen donde Leandro y mi madre se tomaban de la mano, era como si estuviesen cerrando un trato, eso me comenzaba a preocupar y para empeorar mis nervios la repentina sorpresa de mis padres en la fraternidad con la maravillosa idea de que fuéramos de compras como esa familia feliz que siempre la controladora y jefa de mi casa en Estados Unidos siempre quiso mostrar ante la digna sociedad y su club de mujeres, que hacían lo que cualquier mujer hizo hace siglos atrás. Sentarse hablar, tejer y mostrar que tiene una familia perfecta.

Ibu golpea mi codo y chillo de la corriente que me hace sentir, le digo que me lo espero afuera para que me acompañe al centro comercial, no estoy dispuesta a arriesgar mi vida y la de la pequeña que está a punto de salir de mi vientre como una bala. Le pido disculpas al profesor que dictaba la clase de epidemiología. Le mentí con sentirme mal y que me colocaría al corriente. El aceptó sin colocar algún trabajo extra, los profesores me tenían algo de paciencia por el embarazo.

Salí al pasillo y la ola de aire llenaba mis pulmones, creo que necesitaba esto mejor que nada en este momento, aire puro; salgo del pasillo y cruzo un pequeño puentecillo para caer a una de las zonas verdes. El árbol que esta plantado al costado izquierdo de este lugar estaba solitario, me encamino hasta allí, tiro la mochila y mis libros sin precaución alguna, me siento con paciencia y llevo la espalda hacer contacto con el grueso tronco y tenía algunas esquirlas pero no maltratan, ni nada por el estilo así que le restó importancia a ello. Mis pensamientos se comienzan a revolotear por la mente y sacudo la cabeza buscando organizar todo allí dentro, es como si con esto lograra tener mejores ideas para lo que viene de mi vida de ahora en adelante. Leandro me pidió irme a vivir con él a los dos meses de embarazo, pero no he querido aceptar, con la inesperada llegada de mis padres a París; creo que aceptaré, pero ahora que lo recuerdo no me ha lo mencionado nuevamente, solo esperaré que lo haga. Cruzo mis piernas y acomodo los libros sobre ellas para no arruinarlos con la tierra, que costosos si salieron.

Ahora llega la imagen de mis padres y la aburrida idea ir de compras, me asusta lo que pueda pasar o lo que esté maquinando mi madre en mi contra; ella no es de las que se rinde así por así, hasta no lograr lo que desea, no me va a dejar en paz. Un ave llega de manera delicada y se reposa en una de las ramas del árbol y su melodioso canto me da trasmite algo de tranquilidad y si que la necesito ahora, los nervios están acelerados.

— ¡Elizabeth! no me ignores. —Ibu me sacude con fuerza.

—Oye ¿Qué te pasa? Me lastimas. —Me muevo intentando quitar sus manos de mí.

—Oye tranquila. Dime ¿Qué te pasa a ti, por qué me hablas así?—Busca un lugar al lado mío.

—Lo siento Ibu, estoy hago fuera de lugar. De solo imaginar lo que mi madre puede hacer me llena de nervios.

—Solo van de compras, no armes tanto drama por ello. A demás iré yo para cuidarlas a las dos.

—Tonto no es eso. —Golpe levemente su cabeza. —Lo que pasa es que no te había contado. Mis padres una vez llegaron a la fraternidad como de costumbre por sorpresa, yo estaba junto con Leandro. Él me sugirió que debíamos hablar con ellos, y que debíamos contarle que yo estaba embarazada. Sin importarle eso me golpeó, Leandro me defendió de ella, pero el anciano decrepito estaba allí también y lo golpeo. Yo me le tiré encima para que lo dejará. Leandro me pidió que me entrará a la fraternidad, me hizo hacerlo y solo podía ver desde la ventana lo que estaba pasando, al final ellos se tomaron de la mano, era como si cerraran un trato. Desde entonces mi madre no había vuelto, casi ocho meses. Me puede asustar lo que pase hoy.

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