Capítulo 9

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La manera que me haces sentir

                         

No podía creer que esto me estuviese pasando a mí y que este chico me lo estuviera diciendo. Jamás pensé que esto lo iba hacer yo. Nunca en mi vida se me pasó que yo fuese a quedarme dormida a punto de perder mi virginidad.

Sí, quizás me estaba riendo con él, pero por dentro mi alma estaba deseando que la tierra me tragara. Maldecía una y otra vez a Marian, pero más veces me maldecía yo por haber aceptado ir a esa noche. ¿Cómo una gota de alcohol logró hacerme cometer esto? Bueno, no fue solo una gota de alcohol; acabé con casi tres botellas de tequila. ¿Cómo madres me entró todo este licor? Esta sed que ahora tengo debe ser consecuencia de ello.

—Deberías darte una ducha —Aaron me extendió una toalla blanca—. Aunque eres hermosa, no creo que quieras salir así —dijo, soltando una leve risa.

—Es buena idea —tomé la toalla—. Pero necesito otra —dije, mientras cerraba la puerta del baño.

Aaron rodó los ojos.

— ¡Ya te la traigo! —su tono de voz se escuchó como regaño.

Al salir del baño, llevaba envuelta una toalla alrededor de mi pecho, y la otra de color beige en mi cabello húmedo. Con la sorpresa que me llevé esa mañana al despertarme, no me había fijado en la hermosa vista que tiene Aaron desde su habitación. Supuse que estaba en un piso bastante alto, ya que lograba ver la catedral de la ciudad y que el ruido de los autos no llegaba hasta ahí arriba.

Los toques en la puerta me sacaron de inmediato de mis pensamientos.

— ¿Puedo pasar? —dijo Aaron, entrando, con sus ojos cubiertos por sus manos.

—Ya estás dentro –gruñí—. Que hermosa vista hay desde tu habitación —comenté.

—Sí, es bastante hermosa —contestó, acercándose al pequeño ventanal de cristal—. Cuando termines, te espero en la cocina.

—Está bien, ya me visto. En unos minutos estaré allí.

Salí de la habitación con mis tacones retumbando en el reluciente suelo. Para ser tan joven era bastante organizado y aseado; lo poco que logré ver estaba limpio y en su debido lugar.

Terminé de salir del pasillo y me encontré con una pequeña sala de estar de color negra, con un par de cojines blancos sobre ellos, una alfombra que hacía juego con los muebles, una delicada mesa ratón muy bien terminada, sus objetos de vidrio muy brillantes y unas pequeñas bolas de gel color rojo que dan un poco de alegría al lugar.

Llegando a la pequeña barra que divide la sala de estar con la cocina, me encontré con un chico, con pecho descubierto, bien marcado y musculoso, al igual que su abdomen, lo que me dio a entender que pasaba un muy buen tiempo en el gimnasio. Su cabello rubio estaba desarreglado, pero que no le quedaba nada mal.

Se giró hacia mí e inmediatamente me dedicó una leve sonrisa.

—Ya estoy por acabar.

Al terminar el desayuno que Aaron había preparado, me encargué de acomodar la cocina y lavar los platos que habíamos ensuciado, aunque él me había pedido que no lo hiciera.

—Te dije que no lo hicieras —negó con la cabeza—. Te llevaré a casa, y eso sí se hará como yo lo diga.

—Está bien —levanté las manos en son de paz.

Abarcamos su pequeño auto BMW Z4 2009 color blanco. « ¿De dónde carajos sacó este auto?» pregunté para mis adentros. La noche anterior parecía ser un chico normal de 20 años de edad, y ahora parecía ser un ejecutivo sacado de un cuento de hadas. ¿Hay ejecutivos en los cuentos de hadas? Claro que no, respondió esa vocecita de adentro.

— ¿No piensas montarme? –su voz ronca retumbó en mis oídos.

—Cla... Claro que sí —lo miré de reojo.

Él abrió la puerta del copiloto, extendiendo su mano para ayudarme a subir. Posé mi mano sobre la suya, sonriéndole a manera de agradecimiento. Ya arriba, me puse el cinturón de seguridad y llevé la mirada al parabrisas, siguiendo a Aaron con la mirada.

Se subió al auto, dio un par de apretones y cambios que realmente no sé qué hacen porque no sé conducir y encendió la estéreo, que comenzó a reproducir "The Way You Make Me Feel" de Michael Jackson.

Di el gritico que Michael Jackson acostumbraba hacer, provocando que Aaron soltara una carcajada.

— ¿Te gusta Michael Jackson?

— ¿Que si me gusta?  ¡Amo a Michael Jackson!

El camino se hizo corto. Hablamos un poco de las cosas que nos gustaban, intentando conocernos un poco mejor, y durante todo el camino, Aaron no paraba de decirme piropos que me hacían sonrojar.

—Por aquí... -Señalé el gran árbol fuera de mi casa.

Bajé del auto y lo rodeé, con una sonrisa en el rostro. Aaron estaba de pie en la acera, sonriendo también. Inmediatamente en su rostro vi esa sonrisa de ese chico moreno que hace que mis piernas tiemblen. Fruncí mi ceño sacudiendo mi cabeza para sacar esa imagen de mis pensamientos. Volví a ver a Aaron nuevamente, entonces él rodeo mi cintura con sus brazos y yo pasé los míos por su espalda.

—La manera que me haces sentir —susurró a mi oído.

De inmediato me separe de él.

Su sonrisa aún continuaba dibujada en su cara. Esa línea curva que no me dejaba verle, sino que me obligaba a encontrar el rostro de Leandro en él.


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