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-¿Por qué ninguno creía a Lucy, solo Prissy?- preguntó Caspian sentándose sobre las piernas de su padre.
-A veces los niños mayores no creen en lo que no ven- traté de explicarle- pero no hace falta que creas para que exista.
-¿Susan y Peter si llegan a Narnia?- preguntó Eva metida al completo en la historia.
-Si, si me dejáis contar la historia...- repetí y ellos asintieron para que continuara.

...

-Imposible- dijo Susan sorprendida
-Tranquila, seguro que son imaginaciones tuyas- le dijo Lucy poniéndose a mi lado.
-Por fin te creen Lucy- celebré con la pequeña.
-Supongo que con un perdón no basta- dijo Peter mirándonos a ambas.
-No, no basta- dijo y le lanzó una bola de nieve a su hermano- ¡esto es mejor!

Comenzamos a lanzarnos bolas de nieve entre nosotros, a excepción de Edmund que miraba su al rededor como si fuera la primera vez, Susan me lanzó una bola, como la esquivé le dio a Edmund en el brazo, este se quejó.

-Eres un mentiroso- le dijo Peter.
-Vosotros tampoco la creísteis- se defendió.
-Pídele perdón a Lucy- le exigió, el pelinegro la miró- ¡dile que lo sientes!
-Vale- cedió- lo siento.
-No importa, algunos niños no saben cuando parar- le dijo usando sus mismas palabras.
-Que graciosa- se quejo.
-Deberíamos volver- habló Susan.
-¿No deberíamos echar un vistazo?- sugirió Edmund.
-Creo que debería decidir Lucy- le dijo Peter y está sonrió.
-Quiero que conozcáis al señor Tumnus.
-Pues a ver al señor Tumnus entonces- dijo y se acercó a la entrada del ropero.
-No podemos caminar por la nieve vestidos así- le dijo Susan y el mayor negó.
-Al profesor no le importará que usemos esto- nos entregó a cada uno un abrigo de pelo- si lo pensamos, lógicamente, no los estamos sacando del armario.
-Es un abrigo de chica- se quejó Edmund.
-Lo sé- le respondió Peter de mala manera- vamonos.

Nos pusimos los abrigos, nos quedaban por los tobillos y eran muy calentitos, Lucy les contó como lo conoció mientras nos guiaba hasta la casa observando el bello bosque.

-Perdona- me dijo Susan de pronto.
-¿Cómo? ¿Por qué?- pregunté.
-Por no creerte, pensaba que le seguías el juego- explicó.
-Oh, no pasa nada, yo tampoco me habría creído- le regalé una sonrisa.
-Ya casi estamos- avisó Lucy- es súper bonito, nos hará cosas riquísimas y tomaremos un montón de...- no terminó de hablar al ver la casa del señor Tumnus completamente destruida.
-¿Lu?- preguntó Peter, ambas corrimos hasta el interior- ¡Lucy!
-Dios mío- dije, todo estaba patas arriba y roto como si hubiera habido una pelea- ¿qué han hecho?
-¿Quién podría hacer algo así?- preguntó Lucy y se agachó a coger algo.
-El fauno Tumnus está acusado de alta traición contra su majestad imperial Jadis, reina de Narnia por ayudar a sus enemigos y confraternizar con humanos- leyó Peter- firmado, Maugrim, capitán de la policía secreta. Larga vida a la reina.
-De acuerdo, será mejor que regresemos- nos dijo Susan.
-¿Y qué pasa con el señor Tumnus?- preguntó Lucy.
-Si lo han detenido solos por estar con un humano, nosotros no vamos a poder hacer mucho- le explicó.
-No lo entendéis ¿vedad? Yo soy ese humano, ella debió averiguar como me ayudó o haberme visto ayer con Prissy- insistió Lucy.
-Podríamos llamar a la policía- sugirió Peter.
-Esto es de la policía- espetó Susan.
-No te preocupes Lu, se nos ocurrirá algo- Peter tranquilizó a su hermana.
-¿Por qué?- preguntó Edmund- en fin, es un delincuente.
-¿Ese pájaro nos ha chistado?- preguntó Susan y me acerqué.

Salimos de la casa. Miramos a nuestro al rededor buscando algo, un ruido sonó, pisadas, sonido de las plantas, observé todo mi al rededor, Lucy se agarró a Susan, esta se pegó más a Peter esperando lo peor, me puse en guardia... tras una pequeña montaña de nieve salió un castor.

-Es... es un castor- dijo Lucy, el animal se acercó así que nosotros también.
-Ven bonito- dijo Peter acercando la mano- ven bonito...- hizo un sonido raro y abrió la mano frente a él.
-No voy a olerla si es lo que pretendes- dijo el castor.
-Perdona- se alejó mientras Lucy reía.
-¿Lucy Pevensie?- preguntó.
-Si...- dijo ella acercándose, el castor le entregó el pañuelo- es el pañuelo que le di al señor...
-Tumnus- completó la frase- el me lo dio antes de que se lo llevaran.
-¿Está bien?- preguntó la pequeña, el castor miró a sus lados.
-Adentrémonos- dijo y le seguimos.
-¿Qué estas haciendo?- preguntó Susan parándonos.
-Tiene razón- le apoyó Edmund- quién sabe si podemos confiar en él.
-Dice que conoce al fauno- le dijo Peter.
-Es un castor, no debería estar diciendo nada- se quejó Susan.
-¿Algún problema?- preguntó el castor.
-Si, necesitamos hablar- le dijo el rubio.
-Deberíais hacerlo en un lugar más seguro- aconsejó.
-Se refiere a los arboles- susurró Lucy.

Sin decir nada más Peter comenzó a caminar indicándonos que fuéramos con él, al final los pelinegros también vinieron, recorrimos una cuesta hacia abajo y un largo pasillo de nieve hasta una pequeña casa entre dos rocas, pero eso solo era un atajo, cruzamos de nuevo un largo pasillo hasta ver una baja casa de madera en mitad de la nada.

-Oh, vaya, perece que la parienta está hirviendo agua, una buena tacita de té- dijo el castor señalándonos su casa.
-¡Qué bonita!- le dijo Lucy.
-Nada del otro mundo, aún queda mucho por hacer- dijo modesto- quedará de miedo cuando la acabemos.
-¿Castor eres tú? Estaba preocupadísima, si me entero de que vuelves a irte con tejón otra vez- la señora castora se sorprendió al vernos- pero si no son tejones. Oh, jamas podría imaginar que llegaría a ver esto- se acercó a nosotros- mira que pelos ¿no podrías haberme dado al menos diez minutos?
-Con una semana te habría parecido poco- le dijo y reímos.
-Vamos pasad, a ver si os puedo dar algo de comida y un poco de compañía civilizada- nos dijo echándole una ultima mirada a su marido.
-Con cuidado, ojo con el escalón- nos dijo, entré la ultima detrás de Edmund.
-Toma, siéntate- la señora castora me ofreció un sitio al lado de Lucy.
-Gracias- dije y nos sirvieron té.
-¿No podemos hacer nada para ayudar a Tumnus?- preguntó Peter.
-Le habrán llevado a la casa de la bruja y como ya sabéis, pocos entran ahí y vuelven a salir- nos dijo él castor.
-¿Pescado y patatas?- le interrumpió su mujer- pero tenemos esperanza y bastante.
-Oh si, mucho más que esperanza- dijo dejando su bebida- Aslan está en camino.
-¿Quién es Aslan?- preguntó Edmund, el castor rió.
-¿Quién es Aslan? Renacuajo insolente- continuó riendo, la señora castor le golpeó el brazo- ¿qué? ¿lo conocéis no?
-Bueno, no llevamos aquí mucho tiempo- le dijo Peter.
-Es el rey de todo el bosque- explicó- el mandamás, autentico Rey de Narnia- continuamos con nuestras caras confusas.
-A estado fuera durante mucho tiempo- dijo la señora castora.
-¡Pero ha vuelto! Y os espera ha vosotros en la mesa de piedra.
-¿Que nos espera?- preguntó Lucy lo que todos pensábamos.
-¡Esto es el colmo!- exclamó- Ni siquiera conocen la profecía.
-Bueno, entonces...- le animó su mujer.
-Mirad: el regreso de Aslan- uso sus dedos para anotar lo que iba mencionando- la detención de Tumnus, la policía secreta ¡todo eso ha sido por vosotros!
-¿Nos estas culpando?- preguntó Susan.
-No, culpándoos no, agradeciéndooslo- le explicó la señora castora.
-Hay una profecía... cuando el hijo de Adán en carne y hueso se siente en el trono de Cair Paravel los malos tiempos acabaran- dijo el castor con voz misteriosa.
-Eso no rima- le dijo Susan.
-Si ya se que no pero no lo entendéis- el castor encogió los hombros.
-Cuenta la antigua leyenda- su mujer le relevó- que cuatro hermanos, dos hijos de Adán y dos hijos de Eva acompañados de una chica de cabello rojizo- me señaló- derrotarán a la Bruja Blanca y devolverán la paz a Narnia.
-¿Y creen que somos nosotros?- preguntó Peter mirándonos.
-Eso espero porque Aslan ya está armando a vuestro ejercito- dijo el castor seriamente y la señora castora vino con una hoja doblada y mal cuidada que parecía arrancada de un libro.
-¿Ejercito?- preguntó, miré la hoja que constaba de un dibujo antiguo con dos siluetas vestidas de armadura sin dejar mostrar un rostro concreto y dos mujeres de vestido, los cuatro delante de un trono por persona, al lado de uno de los hombres, una mujer de pelo rojo agarraba su mano.
-Mamá nos ha mandado fuera para alejarnos de la guerra- dijo Susan que parecía ya contarme como familiar.
-Creo que se han equivocado- dijo Peter- nosotros no somos héroes.
-Somos de Finchley- dijo Susan y los animales se miraron- miren gracias por vuestra hospitalidad pero debemos irnos.
-¡No, no podéis marcharos!- nos pidió.
-Tiene razón, hay que ayudar al señor Tumnus- habló Lucy.
-Nosotros no podemos- le dijo Peter, le mostré la hoja a Lucy- lo siento pero es hora de que volvamos a casa ¿Eds?
-¿No está?- pregunté y estos negaron.
-Yo lo mato- murmuró Peter.
-Quizá no haga falta ¿Ha estado Edmund antes en Narnia?- habló el castor.

𝐋𝐨𝐬 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬 𝐲 𝐥𝐚 𝐝𝐚𝐦𝐚-𝐄𝐝𝐦𝐮𝐧𝐝 𝐏𝐞𝐯𝐞𝐧𝐬𝐢𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora