capítulo cuarto: juego, set y partido

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Luego de que Shelly le entregara a Colt el archivo criminal de Bull, éste se encontraba leyéndolo de forma seria, pasando las hojas detenidamente con una expresión neutra en el rostro, la cual no reflejaba la sorpresa que se había llevado al darse cuenta de que, en efecto, el tipo aquél era nada más y nada menos que un criminal y al mismo tiempo, no le desconcertaba tanto el hecho de que lo fuera, ya que lo intuía debido a su forma de actuar y  a la acidez con la cual se refería a los policías.

Mientras pasaba las páginas una a una, el joven sheriff intentaba con todas sus fuerzas no perder la imágen tranquila de Bull que tenía en su cabeza, la cual de por sí ya era frágil por su actitud explosiva y su mal carácter, no quería que esa imágen cayera en pedacitos mientras continuaba pasando cada fragmento de aquella enorme carpeta.

Aunque, página tras página, agregado tras agregado, historia tras historia, comenzaba a conocer mejor aún a su nuevo compañero de equipo, enterándose de como era su vida antes de conocerlo.

Por un lado, una parte de sí mismo se negaba a creer que aquello que se relataba en todos y cada uno de los informes fuera cien por ciento real; pero por el otro, no podía evitar sentirse sorprendido por las historias que contaban los registros que se tenían de la estadía de Bull en el pueblo y también en la cercana ciudad de Retropolis, cuya historia turbulenta hablaba mucho de aquél hombre que desde el primer día hizo que la historia recordara adecuadamente su nombre.

No era algo muy preocupante, si lo pensaba con algo más de detenimiento;ya que, comparado y contrastando los informes a cómo lo pintaba la comunidad, Bull no parecía ser alguien tan malo o sanguinario después de todo; Sólo era un tipo conflictivo al que se le daba bien perder los tornillos cuando se le hacía enojar demasiado y que poseía una voz y un cuerpo que no ayudaban en nada a su mal carácter y que sobre todo, imponían respeto y miedo en quien lo viese y lo tuviera cerca. Pese a que lo buscara, no encontraba ningún crimen demasiado grave como para que fuera condenado, también continuaba restando importancia a las multas por conducir a exceso de velocidad y también a los reclamos vecinales por música demasiado alta, esos cualquiera los comete, y sin ellos, la mayoría del archivo quedaba casi vacío.

Si era totalmente sincero consigo mismo, esperaba encontrar en aquél registro historias que le confirmaran que Bull tenía uno o dos asesinatos en primero o segundo grado en su haber dentro de aquél pueblo o en Retropolis, pues él, en comparación y a diferencia del coloso, tenía un conteo de cuerpos algo vergonzoso para un policía de su rango, el cual era de 5 muertos, 20 heridos y 2 en coma, debido a que antes de llegar al pueblo, había sido de esos policías conflictivos, petulantes y vanidosos que no escuchan razones y piensan que su verdad es absoluta por encima de todos, pero, con mucho esfuerzo y trabajo, se había rehabilitado y cambiado de forma de ser, al menos en el ámbito laboral, ya que se tomaba más en serio su trabajo y se había vuelto un hombre más responsable con su propia vida y con la de los demás, y eso era, en parte, gracias a Shelly y a la constante sombra de su pasado que le perseguía incluso durante las noches más tranquilas, cuando la luna y las estrellas brillaban sobre él y lo atormentaban con su luz en conjunto con los fantasmas de la gente que asesinó y dejó morir así sin mas en sus años trabajando en el continente.

De pronto, como si aquellos sombríos pensamientos hubieran llamado la tormenta, la nube negra de sus recuerdos pasados comenzó a cernirse poco a poco sobre él, haciéndole recordar por unos instantes el último crimen que había cometido y que lo había condenado, definitivamente, al "exilio" en ese pueblo olvidado de la mano de Dios.

Trató de no sumergirse en sus propios demonios y soltó un suspiro vacilante, lanzando una mirada de reojo a su oficina al sentirse observado por alguien a quien no veía por ninguna parte; se frotó la cara y se dio unas palmadas en las mejillas, negando y tratando de convencerse de que no había sido nada, Volviendo a centrar toda su atención en seguir leyendo el historial de Bull, quien solamente había cometido crímenes menores, por fortuna.

La Bestia Del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora