Capítulo décimo: Mis padres.

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Cuando la noche finalmente estuvo sobre ellos y la luna estuvo alta en el cielo, Bull determinó que era momento de volver al campamento. Se puso de pie poco a poco, teniendo cuidado al apoyar el pie al momento de incorporarse y se estiró levemente, bostezando de paso mientras se frotaba la mejilla con pereza para despertarse un poco. 

volteó a ver a Colt, que estaba sentado a cierta distancia de él y se quedó en silencio un momento, contemplando su perfil recortado contra la luz de la luna

Si en otro momento, en otro lugar, hubiera estado a solas y de ese modo con Colt, lo más probable es que ni siquiera se fijaría en él, lo pasaría por alto, pero al estar los dos inmersos en esa atmósfera nocturna, no pudo evitar ponerle toda su atención, verlo de ese modo le hizo sentir algo extraño, pues comenzó a notar poco a poco los gestos pequeñitos que hacía al ver hacia el orizonte, como fruncir cada tanto el ceño de manera inconsciente solo para después relajar la cara, o morderse levemente los labios ligeramente pelados y resecos mientras pensaba

Observó con más detenimiento sus mejillas, sus pómulos, su nariz, sus cejas, cada parte de su rostro, escrutándolo como si quisiera adivinar qué pensaba en ese momento, y para su sorpresa, notó el rasgo más característico de Colt que logró identificar hasta a penas un par de segundos antes, su rostro estaba zurcado por pecas, cosa que le hizo parpadear algunas veces antes de ladear la cabeza, no había visto que su rostro tenía esa particularidad en lo absoluto, pero ahora que lo notaba, no podía dejar de verlas. 

Sobre sus mejillas y su nariz, había muchas y muy pequeñas manchas que, en vez de causar que su rostro perdiera gracia, le generaban un muy muy particular atractivo y cierto aire de inocencia, era como si a penas lo hubiera visto en verdad... como si, por un momento, hubiera despertado de un sueño y ahora se encontrara ante una realidad bastante bella.

Se quedó callado, bajó la mirada y luego de reflexionar un poquito, se acercó a paso tranquilo hasta darle alcance; apretó su brazo con suavidad, llamando su atención con el tacto a lo que Colt, que seguía inmerso en sus pensamientos reaccionó volteando a verlo con cierta curiosidad, ahora que estaba mucho más tranquilo, se permitió esas pocas horas que estuvieron dentro del bosque para poder reflexionar y pensar en todo lo que había ocurrido hasta ahora, y sobre todo, para rememorar a su hermana, disfrutando a su vez la silenciosa compañía del coloso a su lado, pero ahora, volvía a la tierra de los vivos, encontrándose entonces con esos dos hermosos ojos, tan oscuros como el cielo nocturno que se acaecía sobre ellos

-Es hora de volver al campamento-la voz de Bull sonó de forma tranquila mientras ambos se veían a los ojos; se quedaron callados un momento, viéndose el uno al otro mientras la brisa nocturna soplaba a su alrededor, haciendo que el cabello de Bull revoloteara levemente, dándole un aspecto bastante interesante en aquel momento.
Si bien Colt estaba ya prendado de él desde hacía algunos días, ver como su cabello se agitaba con el viento le hizo sentir un escalofrío que recorrió toda su espalda de forma agradable, era como si, de alguna manera, Bull pudiera despertar en él un sentimiento que hasta ahora, para Colt era desconocido.
Bull era, a falta de palabras mejores, un hombre de un atractivo casi sobrenatural, pese a que su rostro fuera lo más mundano y ozco que podía haber, para Colt no había alguien que pudiera equiparar a esa belleza que sus rasgos tenían... Simplemente tenía que admitir que ese hombre le gustaba.
Esa sensación de paz y de calma, hizo que Colt sonriera levemente y asintiera, tomando la mano que Bull le tendía para que se levantara, poniéndose en camino junto con él para volver al campamento prácticamente de inmediato.

Si bien la mayor parte del trabajo de ayudarle a calmarse respecto al asunto que lo tenía abatido lo hizo el silencio, la compañía del enorme hombre fue como un bálsamo en ese momento en el que más ayuda necesitaba, puesto que sin sus palabras, seguiría girando en una espiral sin control que tarde o temprano, lo llevarían a la locura.
Caminaron el uno a lado del otro, con Colt extendiendo el brazo y sirviéndole de muleta a Bull y este, tomado de su muñeca con la cabeza gacha, mirando atento al suelo para no tropezar ni hacer caer al propio Colt al suelo.
Luego de unos segundos de silencio, Colt se animó finalmente a romper el silencio que los envolvía

La Bestia Del DesiertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora