El resto de la mañana comenzó a ponerse un tanto... Interesante
Luego de que Byron llegara a revisar el estado de salud de Colt y las heridas de Bull, el médico se quedó a platicar con ellos dos por un muy buen rato, esperando contar esta vez con la ayuda del mayor de ambos para que el más chico se dejara revisar
-entonces las pastillas para el dolor cada seis horas—repitió Bull mientras hacía memoria de lo que el hombre le había dicho sobre sus medicamentos, a lo que Byron afirmaba, terminando de guardar el instrumental que había usado para desinfectar y curar la herida de Bull—y las que sirven para que esa porquería no se pudra, cada 8 horas—dijo, volteando a ver a Byron para tener una afirmación de su parte
-para mejor resultado, frota el extracto de aceite de serpiente que te dejé directamente sobre la piel. Te ayudará a mantener la piel limpia y sana. Además de que se trata de un anti inflamatorio natural—explicó con calma mientras Bull torcía la boca, un tanto preocupado por la parte del aceite de serpiente.
¡Empero!
Él no era doctor, así que se ceñiría a lo que éste último le dijera. Confiaba en él, no era la primera vez que lo curaba tampoco, despues de todo.
-usted manda, doc—dijo poniendose los dedos índice y medio sobre la frente, como un pequeño e informal saludo militar, a lo que Colt, algo desconfiado, solamente escuchaba las recomendaciones del mata sanos en silencio, con los ojos entrecerrados y una expresión que recordaba a un gato erizado mientras veía al sujeto reptiliano voltear a verlo a los ojos, cosa que le causó un tremendo escalofrío
A él le faltaba ser revisado, aunque insistía en estar bien, estaba alejándose de ellos de forma muy, muy discreta y poco a poco, casi poniéndose tras un árbol mientras Bull se acomodaba en el tocón de aquél arbol caído sobre el que estaba sentado y donde le examinaba cada mañana el doctor. Byron frunció las escasas cejas al ver que ya se encontraba bastante lejos, con lo cual, le hizo una seña para que se acercara de una vez
-a ver tú. Déjame que te examine—ordenó, a lo que Colt levantó ambas manos y retrocedió nuevamente, negando frenético mientras intentaba ver hacia donde podía correr sin ser atajado por ninguno de los dos
-no, no ,no, no, gracias. En verdad estoy bien, ¡Pero que muuy bien! En serio no hay necesidad de examinarme o hacerme cosas raras o de ver cómo está mi dentadura—dijo, intentando huir de las manos del médico del pueblo, a lo que este último suspiró y chasqueó la lengua, acostumbrado a la actitud del sheriff desde que era un niño, nunca fue bueno con los infantes. Menos aun si llevaban su sangre en las venas
-trae tu real trasero para acá Colt, haces al médico perder su tiempo—le regañó Bull mientras le tomaba de la muñeca, atajándolo antes de que saliera huyendo, a lo que Colt comenzó a gruñir y a tratar de soltarse del firme agarre del coloso, que lo jaló sin miramientos hacia él—bueno, como le comenté la primera vez que vino a visitarnos, éste cabrón se estaba desmayando después de salir de la última pelea en la que participamos, decía que se sentía mareado, cansado o no se qué, pero se puso pálido y también algo verdoso como pañuelo usado. Piper dijo que podia ser su presión o alguna tontería así. No recuerdo—explicó, obligando al menor a sentarse sobre su rodilla para mantenerlo bajo control, puesto que el mismo a penas sintió la mano de Byron sobre él, se puso a retorcerse como gusano, inquieto y tratando de escapar de ambos hombres
-¡Mierda, que estoy bien! Demonios¡No me toques, mata sanos!—decía más que molesto, intentando liberarse del firme agarre de Bull, pero este lo sostuvo para ser examinado.
-no lo vayas a soltar. Este chico da unas patadas que dan gusto—le hizo saber a Bull mientras intentaba revisarlo, aunque con tanto movimiento, Byron comenzó a perder la paciencia—¡Colt! ¡Si no te comportas tu madre se va a enterar de esto!—lo regañó, tal cual como cuando era un niño pequeño, a lo que Colt, se puso frígido de rabia y trató con más ahinco de escapar
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La Bestia Del Desierto
FanfictionColt llevaba ya cerca de 3 años viviendo en aquél pueblo, sin embargo, esa era la primera vez que se percataba de la presencia de un hombre que, había que decirlo, no pasaba exactamente inadvertido, tanto por su caracter como por su aspecto, y sin e...