Besos de Medianoche 1: Designio ©

Capítulo 8:

Los ojos de Dorian se volvían brillantes mientras intentaba continuar con su historia.

"-No fué culpa de Elena, tampoco de Jakob, todo fue mi culpa por no tener el coraje o valor para decirle que la amaba y quería que fuéramos más que solo amigos con derecho.
Pero nunca hice eso y tuve que verlos juntos, enamorándose cada día más; pero aún así Elena seguía visitando mi cama, por lo que tenía una leve esperanza de que las cosas cambiarán, no pude estar más equivocado.
Jakob se recibió antes que yo y comenzó a ganar mucho dinero, el cual utilizó para llevarse a vivir con él a Elena.
No tardó en dejar de visitarme, poco tiempo después se pusieron en pareja de forma oficial; por mi parte me enfoque en el trabajo y perfeccione el software el cual me convirtió en millonario, pero si te soy sincero dejaría todo el dinero por volver a besarla y tenerla entre mis brazos, porque ¿Sabes una cosa? Cada vez que la veo a los ojos es como si ella intentara decirme en silencio que aún me ama, que la ayude."

Cuando Dorian terminó de hablar, sus hombros parecieron relajarse un poco, aún así sus ojos seguían empañados.

-Te seré sincera Dorian, ella es una cazafortunas y no te merece-dijo Daphne de forma llana.

-No la insultes llamándola así, ella no es ese tipo de mujer. Solo creyó que lo amaba y ahora está atrapada-contestó él, todo su cuerpo en tensión, preparado para el ataque.

Pero Daphne leyó cada palabra no dicha en su rostro griego, entendió mejor que él la situación y lo que implicaba. Dorian tenía una fuerte dependencia emocional hacia esa tal Elena, por su parte aquella extraña lo había utilizado, manipulandolo a su antojo.
Aún así ella no le podría decir nada al respecto, no sin comenzar una lucha campal dónde la última palabra la tendría el de voluntad más fuerte y una brecha irreparable se forjaria entre ambos.

Si el amor de Elena era una pantalla o no, ya no era su problema, su único deber y objetivo era devolverla a los brazos de Dorian.

-Está bien, lo lamento. Creo que lo mejor sería comenzar cuanto antes a aclarar las partes del plan y mi proceder-dijo ella en un intento por desviar el tema. Sin embargo, no pudo dejar de pensar que quizás solo le estaría dando a un joven con el corazón roto una serpiente con colmillos cargados de veneno preparados para incrustarlos en él.

El cuerpo de Dorian se relajó un poco mientras pasaba una mano por su sedoso cabello oscuro.

-Creo que estoy de acuerdo con usted ¿señorita...?- dijo él con tono interrogante.

-Moon, Daphne Moon-contestó ella regalandole una sonrisa amable.-Bueno, ya que ahora nos conocemos guapetón, déjeme extenderle las reglas con las que trabajo.

"Número uno, el contrato permanecerá en completo secreto. Nadie aparte de usted y yo sabrán acerca de mi verdadera presencia.
Número dos, durante las primeras dos semanas usted me cortejara, tendremos citas en lugares públicos e incluso compartiremos la misma cama a la hora de dormir. Esto lo hago con el fin de poder conocerlo en profundidad ya que el romance debe parecer totalmente real.
Número tres, nada de sexo a menos que tú quieras. Por lo general suelo tenerlo con los clientes con el mismo fin que la regla anterior, pero en vistas de que por poco te desmayas mientras te besaba, dudo que pase algo más.
Número cuatro, es muy probable que debamos besarnos en público y sobre todo frente a Elena así que acostúmbrate al sabor de mis labios guapo.
Número cinco y la más importante de todas, nada de sentimientos. Solo serían un inconveniente para nada necesario."

Cuando Daphne terminó de hablar la habitación quedó sumida en un silencio casi físico y tangible, el cual no duró más de unos instantes.

-Creo que estoy de acuerdo con todo lo que dices ya que tiene mucha lógica, pero solo te quiero pedir un cambio-dijo el y esperó unos segundos a que ella dijera algo, pero no lo hizo, dándole pie a continuar-no quiero que compartamos la cama, aún no lo he hecho con ninguna mujer desde Elena.

Ella sopesó las palabras y lo observó detenidamente, su rostro reflejando la pura y triste verdad. Esto hizo que el corazón de Daphne se ablandara y bajara los escudos, aunque solo fuera un poco.

-Lo sé y está bien, lo entiendo. Pero es necesario para el plan, debo saber todo lo que hacer y cómo duermes, más aún teniendo en cuenta que compartías tu cama con ella-contestó ella con calidez en su voz y mirada.

Dorian sopesó las palabras y cerró con fuerza sus ojos mientras inhalaba despacio el aire.

Cuando los volvió a abrir, solo había resignación pura en estos, acompañados por un leve asentimiento de cabeza en confirmación.

-Si te sirve de algo, no pienses en mí como una extraña o una amante. Piensa en mi como una amiga lesbiana que te ayudará a recuperar a Elena-dijo ella sonriendo.

-¿Eso les es de ayuda a tus otros clientes?-preguntó Dorian entre pequeñas risas.

Risas, al menos era un progreso.

-Claro que sí, eso los ayuda a relajarse-mintió Daphne.

En realidad, Dorian era el primer hombre que no quería ir a la cama con ella. Todos los demás, quienes clamaban amar a una sola mujer, no habían dudado ni por un instante el acostarse con ella.
El amor de él por Elena era genuino y real, tanto que la descomponía saber que aquella extraña lo había utilizado hasta que lo consideró basura, desechandolo.

-Uff, gracias por eso. Me tranquiliza saber que no soy el único con este tipo de problemas-dijo regalándole una hermosa sonrisa.

Daphne se tomó unos segundos para apreciarlo:
Inteligente, amable, con mucho amor para dar. Alto, un poco musculado y con el rostro más hermoso que jamás había conocido.
Solo con pensar en eso, ella no entendía porque Elena no lo amaba, o el hecho de que aún estuviera solo. Si a todo eso se le sumaban sus miles de millones, la idea de que aún estuviera solo se le hacía casi inconcebible.

-Bueno ¿Y ahora qué?-dijo el algo inquieto desde su lugar aún en la mesa.

Daphne sonrió y se puso de pie, se acercó despacio observando cada gesto en su rostro. Solo cuando sus rostros estaban a medio metro levantó su mano hacia él, una invitación silenciosa para que la tomara.

El respondió y la tomó con un gesto de duda naciendo en sus ojos azules.

-Y ahora guapetón, vamos a ir a dormir juntos porque ya es muy pasada la medianoche. Aparte según un viejo dicho de mi abuela, cuánto antes te enfrentas a tus miedos, antes dejarán de afectarte- dijo ella aún con la sonrisa en su rostro.

Dorian se tensó y sopesó las palabras, aún manteniendo apresada la mano de Daphne. Cuando sus ojos volvieron a centrarse en los de ella, solo había decisión plasmada.

El se levantó de su lugar y comenzó a caminar con pasos decididos llevando a Daphne unos pasos atrás, aún sujetada a su mano.

Ella entendió lo que estaba ocurriendo y con todo gusto le permitió guiarla a la cama.