Capítulo 18

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Daphne detuvo la motocicleta frente al destartalado edificio, cuya pintura saltada y paredes resquebrajadas, le otorgaban un aspecto bastante lúgubre.

Sin embargo, aquel lugar era su hogar. Fue el primer refugio donde pudo hacer amigos y dejar atrás el dolor que tanto le pesaba.

Ella dejó la moto en la entrada e ingresó al edificio el cual se encontraba sumido en un total silencio; al parecer no había nadie husmeando y holgazaneando por los rincones, lo cual era buena señal. De seguro el humor de Rico, el dueño y fundador de aquella agencia, sería muy bueno.

La hermosa mujer no apartó el objetivo de su mente, y correteó escaleras arriba, donde las habitaciones de los agentes permanecían enfrentadas entre sí, unidas por un amplio pasillo.

Ella no se paró frente a su puerta color caoba blanco, en su lugar, caminó unos pasos más allá, encontrando la habitación que estaba buscando.

Sin perder tiempo tocó dos veces la madera, similar a la suya.

Un bajo gemido de resortes le reveló que el dueño de aquella morada estaba recostado, y el sonido de unos pasos pesados acercándose, le dijo que estaba cansado.

«Maldito holgazán» pensó ella cruzándose de brazos, su paciencia comenzando a agotarse.

Pero finalmente la puerta se abrió, y reveló a un apuesto hombre, desnudo de cintura para arriba, lo cual dejaba en evidencia su cuerpo trabajado. Un cuerpo que Daphne conocía muy bien.

-Hola gatita ¿Ya me extrañaste?-ronroneó Luca Lee, regalandole una apuesta sonrisa adornada por un piercing a cada lado.

-Eso quisieras-contestó ella devolviendo la sonrisa a su amante.

Luca pasó una mano algo bronceada por su cabello ondulado color castaño; consciente de la aguda atención de Daphne puesta en él, se recostó contra el marco de la entrada, adoptando una posición relajada la cual dejaba en evidencia su sensual figura.

Con sus ojos, color gris claro, le dedicaron una larga mirada hambrienta, una invitación silenciosa hacia su cama. Una que, en otro momento, con ganas Daphne habría aceptado.

-No vine a jugar Luca, vengo por la información-dijo ella, cortando cualquier doble intención que él tuviera en mente.

-Aburrida-bufó él, antes de darse media vuelta y entrar a la habitación, con los pasos de su amante y compañera de trabajo, siguiéndolo muy de cerca.

El lugar era gemelo al de ella: una cama de dos cuerpos, una pequeña televisión vieja en un rincón, un amplio mueble con ropa, una cómoda baja la cual él mantenía repleta de papeles, y finalmente un cuarto de baño.

-¿Por qué mantienes todo tan sucio, acaso ninguna de tus chicas te dice que limpies?-se quejó Daphne, esquivando un montón de ropa apilada junto a la cama.

-No, tú eres la única que parece interesada por mi caos-contestó Luca, con un tono extraño, el cual ella no logró identificar.

Ambos tenían amantes, pero con el correr de los años, ella había reducido su lista a solo Luca, y el motivo era simple. No quería nada serio con nadie, no después del desastroso final con Enzo.

Daphne simplemente se mantenía apartada de la idea del amor, no creía en él y lo detestaba con todo su ser. Para su suerte, Luca la comprendía a la perfección y no exigía nada a cambio; con el correr de los años ambos habían logrado desarrollar una sólida amistad dónde el sexo era un bono extra.

-Bueno, encontré algo interesante respecto a tu cliente-dijo él, ofreciendo un manojo de papeles hacia ella.

Los tomó, intentando alisar las hojas arrugadas, y comenzó a leer los primeros descubrimientos sin esperanza de encontrar algo nuevo, después de todo, Luca siempre solía emocionarse por cualquier hallazgo.

Besos de Medianoche 1: Designio ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora