Capítulo 10:

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-No lo sé Daphne-dijo finalmente Dorian observando la hoja colocada sobre la mesa mientras torcía su boca.

-Vamos guapetón, no te volveré a besar solo será un paseo tomados de las manos-contestó ella desde su lugar frente a él.

Habían pasado ya dos horas desde que Dorian salió del dormitorio, guiado por el embriagador aroma de los pancakes ; dos horas en las que ella había desarrollado un plan para su primera salida en público.

La cita iba a ser en el parque de las rosas, un amplio lugar donde los amantes y parejas solían ir con la intención de perderse entre los laberínticos pasajes de rosa, en el centro del lugar se erguía una hermosa fuente con querubines, un himno al amor.
No era sorpresa que Elena y Jackob hubieran escogido ese lugar para la sesión de fotos personal de la boda.

-No lo sé, a parte ¿Como estas tan segura de que estará allí mañana por la tarde?-volvió a interrogar él.

-Ya te expliqué, no trabajo sola. Me pasaron la información los miembros del equipo-contestó ella al tiempo que lo sondeaba con la mirada, luego cruzó los brazos sobre su pecho arrugando un poco más la camisa de Dorian-No tendrás miedo ¿O si guapetón?.

El cuerpo de Dorian se tensó y sus sensuales labios llenos se separaron ligeramente, solo unos segundos antes de volverse a unir. Sus ojos azules lo habían delatado, Daphne había logrado leer cada emoción en su rostro desde el preciso instante en que se conocieron.

-Dorian, serías un completo imbécil si no tuvieras miedo por el encuentro de mañana. Una infinidad de cosas podrían salir mal, incluso un jodido asteroide podría chocar contra la tierra y tú pasarías los últimos segundos de tu vida viendo a Elena en brazos de Jackob-dijo ella mientras le regalaba una sonrisa amable.

-Gracias Daphne, eso me reconforta mucho-contestó él, mientras arrugaba la punta de su nariz algo respingada obsequiando una mueca que rondaba entre el desagrado y el dolor.

-Mi punto es-volvió a hablar ella, mientras alzaba sus oscuros ojos; gesto que la hizo ver más infantil, arrancando una sonrisa de los labios de Dorian-muchas cosas pueden salir mal, pero ¿Que tienes para perder?. Tu corazón ya está roto y pareces un muerto viviente caminando por el departamento; tú ya estás hasta la mierda, no te queda nada que perder pero si mucho por ganar. Tampoco estarás solo, si mañana cae ese maldito asteroide, yo estaré a tu lado para recordarte que incluso peleaste por ella estando abatido- terminó de decir Daphne.

Los ojos de Dorian se iluminaron con un brillo tenue pero encantador, toda su persona pareció verse envuelta en un aura más tacita, sutil, afable e incluso más amigable.

-Gracias Daphne, me hubiese gustado haberte conocido hace tiempo atrás, creo que habríamos sido buenos amigos-dijo Dorian, regalandole una hermosa sonrisa que expuso sus perfectos dientes.

-No creo que hubiéramos sido amigos, no soy amiga de nerds-respondió ella con una sonrisa lobuna.

-Es verdad, tú solo los besas-canturreo el en respuesta, regalandole una sonrisa similar a la de ella.

Por primera vez, el rostro de Dorian no se contrajo en dolor ni asco al recordar aquel beso. Incluso tuvo las agallas y destreza de bromear con ello. Pero ella no era tonta, tenía una visión mucho más profunda de las personas que cualquier otro.

Un escudo, Dorian estaba usando su propio dolor como escudo para que de esa forma nadie más pudiera lastimarlo con eso.

Daphne lo observó durante un segundo antes de reírse a carcajadas, un par de respiraciones después la profunda risa de Dorian hizo eco en su pecho al unirse.

Aquel hermoso y vibrante sonido rompió algo escondido profundamente en su corazón. Fue entonces que tomó esa decisión, Daphne lo ayudaría a salir de ese oscuro lugar y lo traería de regreso a la vida. Quizás con algo de suerte lograrían darle el corazón de Elena, después de todo Dorian era la primera y única persona que conocía cuyo espíritu se mantenía puro y bondadoso, a pesar de las mierdas que la vida le tirara.

Dorian era igual que ella años atrás, por eso, por ella misma decidió ayudarlo. Quizás si lo ayudaba a él, podría en cierta forma ayudar a aquella niña asustada en su corazón.

-Al parecer el alumno aprendió del maestro-contestó ella manteniendo su sonrisa felina, preparada y a la espera de su ataque.

Pero la sonrisa de Dorian se apagó un poco y mordisqueo su labio inferior un par de veces antes de volver a hablar.

-Daphne, tu lo sabes todo sobre mi historia de amor o al menos la gran mayoría. ¿Pero qué hay de ti y de tu historia? Me gustaría conocer un poco más a la heroína de la mía-dijo él luego, su voz sonando algo nerviosa.

Ella sopesó las palabras durante unos largos segundos donde el silencio reinó. No le quería contar su trágica infancia, al menos no todavía; tampoco quería hablarle de sus horrendos casos anteriores, por lo que decidió esquivarlo contándole parte de su propia historia de amor. Si es que así se le podía llamar.

-Cuando tenía trece años conocí a un idiota que dijo amarme y yo le creí, en aquel momento era tan ingenua que creía que amor era igual a sexo. Pero él no me amaba, me utilizó, manipuló y engaño, a veces me golpeaba, drogaba o amenazaba con matarme. No fue hasta que cumplí veinte años que me di cuenta lo que en verdad ocurría y decidí dejarlo, escapé de él; por las vueltas de la vida di a parar con una agente de "Besos de Medianoche". Ellos me captaron y comencé el entrenamiento que duró dos años antes de que saliera en mi primera misión-dijo ella, su voz plana y monótona; la chispa de alegría se había perdido en su rostro.

-Daphne, yo lo lamento mucho. Creí que habías tenido una épica historia de amor con un trágico final, no esto-hablo Dorian, su voz secándose un poco al igual que su garganta.

-No te confundas Dorian, las historias de amor épico solo son eso, historia, y habitan en los libros-contestó ella poniéndose de pie.

El la observó durante unos instantes, evaluando si estaba preparada para que siguiera haciendo preguntas.

-¿Qué hizo que te dieras cuenta que tenías que dejarlo?-susurró él, Daphne ya se estaba alejando de la mesa rumbo al baño pero se detuvo en seco.

-No es el momento para historia de terror Dorian, llámame en halloween y con gusto te la contaré-dijo ella volteando levemente su rostro para regalarle un guiño de ojo. Un intento desesperado por humor o alegría.

Dorian lo entendió entonces. El lugar donde Daphne guardaba esos recuerdos era un lugar oscuro y putredo, un reino de pesadillas donde el más mínimo rayo de alegría era devorado. Por eso ella bromeaba y coqueteaba, estaba luchando con desesperación por no ser arrastrada a ese reino de sombras.

Pero él ya sabía su secreto, o al menos uno de ellos, y no la dejaría luchar esa batalla sola. No cuando él mismo habría dado lo que fuera por tener a alguien a su lado ayudándolo a salir de la oscuridad.

-Entonces así será, para halloween nos podemos disfrazar de Hansel y Gretel, me cuentas la historia mientras juntamos golosinas-dijo el regalandole una sonrisa.

«Por favor no te alejes de la luz» suplicó Dorian para sí mismo.

-Claro, pero yo seré la bruja-contestó finalmente ella con un poco de humor en su voz, mientras volvía a retomar su camino hacia el baño.

Dorian podría haber suspirado de alivio al notarlo, pero no pudo entender por qué le importaba tanto el bienestar de Daphne.

Dorian podría haber suspirado de alivio al notarlo, pero no pudo entender por qué le importaba tanto el bienestar de Daphne

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