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Tierra 19

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Tierra 19

El mensaje había sido enviado y H.R no podía despegar su mirada del reloj, cada minutos, cada segundo era un tormento para él mientras estaba en la espera de alguna respuesta de las personas de tierra uno a las cuales les había enviado el mensaje.

Anhelaba con todo su corazón ya tener una respuesta y que esta fuera complaciente para poder ir a esa tierra y encontrar a la dueña de sus suspiros y pensamientos.

Esperaba que estuviera en esa tierra o de lo contrario seguiría en su tormentosa búsqueda de la mujer de radiantes cabellos rojos y de mirada dulce como la miel.

Y para poder matar un poco el tiempo empezo a practicar en voz alta lo que diría en caso de que la encontrara en la otra tierra, era difícil porque las palabras salían de su boca de manera tropellada y nerviosa, pero no debía ser así cuando este en la presencia de su anhelado amor.

Debía ser confiado y seguro, mostrar seguridad en su persona.

Aunque por dentro solo quisiera desmayarse, debía mantenerse fuerte para poder causarle una buena impresión a la dueña de su corazón.

Tierra 1

Harry estaba en el córtex pensando sobre su situación con el equipo, pero especialmente de su situación con Donna, no quería alejarse de ella a pesar de sentir, en el fondo de su ser que era lo correcto estaba esta voz en su cabeza que le decía lo contrario.

Ahora no podía confiar en sus instintos, porque cuando lo hacía terminaba besando a Donna. Asi que no eran una fuente confiable en ese momento al igual que su magnífico cerebro que igual parecía atrofiarse cuando de Donna se trataba.

Asi que desesperado por algún respiro de su situación decide ir al techo de los laboratorios para conseguir algo de aire fresco y puro para poder tranquilizar sus pensamientos y poder pensar con claridad sobre lo que debía hacer respecto a Donna y el Harrison Wells de tierra 19 que al parecer era el otro Wells con el cual ella había estado soñando.

Pero al llegar al techo se encuentra a Donna recargada en el borde mientras veía hacia el vasto y hermoso horizonte de la magnífica Ciudad Central. La luz del atardecer acariciaba su rostro con delicadeza mientras que el aire movía sus rojos cabellos con dulzura, como si el mismo viento estuviera acariciando su cara.

Harry se quedo unos minutos en completo silencio solamente apreciando de la vista que la naturaleza le ofrecía en ese momento, desde que había llegado siempre había contemplado la belleza irreal de Donna, pero justo ahora la apreciaba como debía ser apreciada.

En ese momento aprecia una obra de arte de la cual ningún ojo humano era merecedor de observarla.

Porque no solo era su belleza la que la hacia tan hermosa, sino también el reflejo de su alma pura y cálida que se refleja en sus ojos y en su sonrisa cada vez que él la veía. De su energía siempre tan vibrante y encantadora a su alrededor al igual que el sonido de su dulce voz que parecía sacada de la mas bella cantante de ópera.

Belladonna| H.R. Wells vs Harry WellsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora