Capítulo 18

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Del cine, al parque

Ana.

Una capa de sudor cubre mi rostro, siento mi corazón latir muy rápido, estando en medio de ellos dos, no podía pensar mi mente quedó en blanco.

-Ana, no tienes que hacerlo, este bobo no me va hacer nada -Esteban parecía nervioso, pero decidido.

Sólo quedó en silencio, mirándolos. Yo sigo sin saber que decidir, pero el movimiento brusco de Adrián me trajo a la realidad.

Se le abalanza a Esteban pero esquiva el primer golpe, Adrián lo sujeta de la camisa y lo levanta.

«Apurate, que lo va a matar».

Voy contigo! -grito deteniendo a Adrián.

-Voy contigo -repito.

En su cara se estampó una expresión de victoria, y en la de Estaban una confusión.

-¿Que?

-Esteban dejame ir con el, no quiero que te haga daño. -le doy un beso en la mejilla y jalo a Adrián por la camisa.

Caminamos por la acera hasta perder de vista a Esteban.

-¿Me puedes explicar a qué vino todo eso? -le exijo.

Sonríe ampliamente antes de responder -Ana, Ana, Anita -canturrea -Solo quería comprobar algo y ya lo hice.

-¿Que?.

Soltó una carcajada, y no me respondió; yo iba a abrir la boca para preguntar a donde íbamos, pero el parece leer mi mente.

-Ya vamos llegando -me informa y da una pausa -Y no, no te voy a decir.

Yo respiro hondo y sigo caminando detrás de él.

Un rato después comienzo a escuchar música, risas y gritos estábamos en el Festival.

-¿Quieres subir? -señala la montaña rusa -, aunque no creo que tenga el mismo final que la última vez -ironiza.

Yo volteo los ojos y me cruzo de brazos, ¿acaso a el se le olvidó el show que hizo hace un rato?.

«Eh, yo creo, que no»

Callate, que no ayudas.

-¿Ana? -trona los dedos.

-Eh -vuelvo a cambiar la expresión a enojada -no, no quiero.

-Ana, por favor, ¿porque siempre tienes que complicar la vida? -se queja

Yo quedo un momento en silencio. El tiempo suficiente para que el pueda acercarse a mi.

-vive un poco -me susurra.

Muerdo mi labio inferior, y siento como mi cuerpo se estremece de tan sólo un susurro de Adrián.

-Pero primero, quiero un helado -sonrió y el acepta.

Caminamos hasta el puesto, pero tuvo que ir a otro para descambiar, mientras yo pedía.

-Esas nalgas se ven ricas -siento una nalgada -¡Pero que...

Una puñetazo salió de la nada estrellándose en la cara del tipo. Tenía aspecto de borracho.

Yo ahogo un grito del susto.

-Recuerda que las damas se respetan, barbón -Augus le vuelve a dar un golpe dejandolo en el suelo.

-Arhg, por gente como esta nos catalogan a todos como perros - se sacude los hombros

Quede totalmente sorprendida, Augus me había defendido.

-Gracias, Augus.

-No hay de que preciosa -toma mi mano y me besa en los nudillos.

¿A Donde Vamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora