La idea

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La idea se presentó casi una semana después.

Estaba medio dormida, chalando con Savannah, cuando quise tomar el reloj que yacía en la mesita de luz. Debido a mi torpeza, logré que una pequeña cajita de plástico se estrellara de lleno contra el suelo. Ésta dio dos o tres vueltas y se despojó de su tapa.

Al instante vi el dinero.

Los setecientos dólares que había “ganado” en aquella fiesta llamaron mi atención. Los levanté sin apresurarme y contemplé la suma.

-        Creo que valieron la pena – comenté, no muy segura.

Sí, tal vez había dicho estupideces delante de Mason pero…

-        ¿Qué harás con ellos? – preguntó la pelirroja, haciendo que de golpe la idea sonase razonable.

Era cierto: ¿qué iba a hacer? El primer objetivo era ahorrarlos para la universidad. Ante aquella expectativa, los billetes me parecieron una miseria, una insuficiencia.

-        Irás a la universidad, ¿cierto? – interrogué.

-        Sí, eso espero – contestó Savannah, bostezando – Si mi madre se digna a pagarla… Ya sabes, ahora que soy una delincuente es probable que ni se moleste. Convenceré a mi padre, estoy segura.

Ese comentario fue la gota que colmó el vaso.

-        ¿Conoces alguna forma de obtener dinero?

-        ¿Dinero? – Savannah se sentó en su colchón y me observó con las cejas arqueadas - ¿Para qué?

-        Planeo estudiar y estoy más que segura de que mi padre no me dará ni un centavo – dije – De hecho, fui a la escuela solo porque lo establece la ley. Norbert no quería meterse en ningún lío… ¿Entonces...?

-        No – contestó demasiado rápido.

-        ¿No? – repetí – Vamos, Savannah, debes conocer alguna forma.

La pelirroja siquiera me observó. Se limitó a negar con la cabeza y se tapó con las frazadas. A los minutos el sueño la venció.

Por mi parte, me despabilé.

La única salida que tenía era ahorrar. Así podría estudiar y alejarme de Norbert. Podría conseguir un trabajo y finalmente denunciarlo. Sí, no tenía otra opción.

No faltaba demasiado para que las clases finalizasen. Luego de pocos meses comenzaría el último año de secundaria. Mi plan se basaba en contactar con varias universidades y obtener – suponiendo que aceptaran la solicitud de una criminal – una media beca. Evitaría a mi padre durante todo el verano, durmiendo en la calle o como fuera. No me buscaría, eso implicaría meter policías al asunto y a él le gustaban menos que a mí.

Compraría los libros y de allí en adelante la situación sería, tal vez, más sencilla. Trabajaría medio tiempo y estudiaría por las noches. Terminaría tras un par de años con mi vida prácticamente renovada.

Solo había dos inconvenientes: 1- convencer a mi padre de que llenara la inscripción – debía de haber algunos papeles que el tutor debería llenar – y 2- el dinero.

El punto número 1 lo resolvería negociando con Norbert. Tenía planeada la conversación desde hacía años.

En cambio, el punto 2 era algo… complicado.

Conseguiría una forma de obtener dinero. Era eso o pasar el resto de mi vida robando….

Me dormí pensando que aquella idea era razonable.

Instituto para Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora