¿Sí o no?

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-        Te espero a las cinco en punto, mañana – puntualizó Jake – Sé puntual. Ya te comunicaré qué debes hacer.

A continuación, comenzó a alejarse.

Esbocé una media sonrisa triunfal.

-        ¿Qué rayos fue eso? – preguntó una voz conocida.

Me volteé.

-        ¿A qué te refieres? – quise saber.

-        ¿Te ha hecho daño?

Mason estaba tenso.

-        ¿Qué? No – respondí.

Se relajó.

-        Parecía que querías abofetearlo – comentó.

-        Siempre quiero abofetear a la gente – ironicé – En especial a ti.

Levantó las manos, como si pretendiera tranquilizarme.

-        No quiero quedar en coma – comentó riendo.

-        Entonces no me provoques – le seguí el juego.

-        Es que es muy divertido provocarte.

Puse los ojos en blanco.

-        Lo que tú digas…

Comencé a caminar hacia los dormitorios.

-        Ey, Emm – dijo Mason, tomándome de la muñeca – Siempre que nos cruzamos es como si quisieses escapar…

-        No quiero… - intenté decir, pero me cortó.

-        ¿Vamos a dar un paseo? – propuso.

Mi primer instinto fue negarme. Lo contuve.

Mason era mi amigo y lo quería. Tenía que dejar de rechazarlo en todo si esperaba que no se aleje.

-        Claro.

Sonrió.

Agradecí que soltase mi mano.

El morocho se encaminó hacia el oeste, adentrándose en la espesura del bosque. Lo seguí.

Íbamos a paso lento, razón por la cual no sufrí ningún arañazo ni caída. Eso era decir mucho.

Visualicé a varias parejas besuqueándose contra los árboles y aparté la mirada.

Seguimos caminando hasta llegar a un sector en el cuál no había nadie.

Mason se sentó contra un tronco caído.

-        ¿Recuerdas este lugar? – preguntó invitándome con un gesto a que lo acompañara.

Negué con la cabeza y me coloqué a su lado.

No me respondió. Y entonces lo supe…

-        ¿Cómo recuerdas que justo aquí hemos pasado aquella noche en el bosque? – inquirí, impresionada por su buena memoria.

-        Cómo no recordarlo - comentó.

-        Fue mi primer castigo – agregué.

Me observó durante unos segundos y luego corrió la mirada.

-        Tú solo responde sí o no – dijo sonriendo.

Arqueé las cejas.

-        ¿Has besado a alguien, sin contar al idiota del pelirrojo? – preguntó de repente.

Instituto para Delincuentes JuvenilesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora