Dos vidas, un destino [EN CURSO]

Prólogo:

Años atrás.

Todo el palacio está a oscuras, en completo silencio. Dentro, estaban todos cabizbajos; desde el más honorable caballero hasta el más humilde de los sirvientes. Si bien el pueblo no era conciente de que su amada y preciada reina, estaba llegando al final de sus días, todos los que convivían en el palacio ya estaban enterados.

Mientras, al final de los pasillos, en la alcoba real, yacía la reina. A su lado, una jovencita de ojos marrones, llenos de dolor; de cabello tan brillante como la miel y piel casi tan blanca como la luna; lloraba a los pies de su amada madre.

––¿Por qué, madre? ¿Por qué tiene que ser así? No quiero que me dejes. No ahora ––sollozaba.

––Seele, ¡Oh! mi querida Seele, acércate un poco a mí. Déjame contemplarte tan solo unos segundos más.

––No hables mamá, estás tan débil. Yo... yo siento mucho no poder hacer nada para devolverte tu fuerza.

––Escucha tesoro, ahora vas a tener que ser fuerte, por las dos. Eres y siempre serás mi orgullo y yo siempre voy a estar contigo.

––No, no digas más. Te vas a poner bien.

––Seel, tienes que prometerme, que vas a proteger al pueblo y vas a usar la magia en favor de ellos, en favor de "tu" pueblo; sabes hija, sabes que si desaparece la magia, es el fin de todos en Wandel... si desaparece, desaparece tu esencia. Por eso debes prometerme que vas a cumplir con tu deber. ¡Mírame!. No te permito bajar la cabeza. Eres una Herz y eres mi hija.

––Mamá yo... yo... te lo prometo.

––Bien ¿Dónde está?

Seele suspiró y se quitó su colgante de plata, sosteniéndolo en sus delicadas manos.

–– Está aquí. ––dijo.

––Te amo hija, sé que si llega el momento, lo harás genial.

La reina extendió sus brazos y tomó las manos de Seel con el colgante. Trasmitiendo su magia a este mientras iba perdiendo toda la fuerza que le quedaba, mientras cerraba sus ojos, lentamente.

––¡Noooo! ––rompió en llanto Seele, en el regaso de su madre y esta, susurró al oído de su hija, sus últimas palabras.