Capítulo 04: Parte 2

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Al llegar a la escena del crimen, creyó que vomitaría la rosquilla que había desayunado apenas unos minutos antes. Todo el lugar parecía una copia idéntica de las dos escenas anteriores. Metódico, organizado. El sujeto que buscaban era lo suficientemente calculador y muy seguro de su propio control.

—Se siente poderoso al ejercer su control frente a su víctima, pero obtiene más poder al controlarse a sí mismo —murmuró en voz baja.

—¿Perdón?

Rachel había llegado un par de minutos antes que su compañero y al entrar al lugar del hecho, le pareció estar frente a un déjà vu.

—Siente placer por el solo hecho de someterlas a su poder —explicó mientras sacaba un par de guantes de látex y se los colocaba.

—¿Un sádico sexual?

Harry negó rotundamente con un enérgico movimiento de cabeza.

—No, no hay violación. No es lo que le interesa. —Caminaron hasta donde se encontraba el cuerpo cubierto con una sábana blanca—. Las víctimas son sagradas para él.

Rachel le lanzó una mirada cargada de incredulidad.

—¿Sagradas? ¿Por eso las mata? ¡Vamos, Harry, este tipo es un maniático!

—No lo subestimes, Rachel. —Miró hacia la puerta de entrada—. ¿Por qué no ha llegado Steven todavía?

—He hablado con él hace un momento, el pobre estaba en medio de una autopsia. No tardará en llegar.

Harry bajó la tela hasta su cuello y una vez más, la imagen de aquella pobre muchacha le resultó cruelmente familiar.

—¿Han logrado identificarla?

—Sí. —Se sacó una libreta del bolsillo de su camisa color verde limón—. Se llamaba Tessa Hodgins, tenía veintitrés años, estudiaba medicina y vivía sola.

—La misma edad que tenía Elizabeth cuando fue secuestrada —afirmó.
Rachel asintió.

—Tú que has hablado con ella y la has visto en persona —hizo una pausa—, ¿se parece realmente a las víctimas de este sujeto?

Harry observó el rostro pálido de Tessa Hodgins, tan blanco como la sábana que cubría su cuerpo ya sin vida.

—Sí, tiene su mismo cabello, sus ojos son muy parecidos. —Los ojos abiertos de la joven miraban hacia el cielorraso.

—Es escalofriante.

—Sí. —Harry deslizó la sábana para cerciorarse de que el nudo celta estuviera tatuado debajo de su cintura, pero lo que apareció ante los ojos asombrados de ambos policías fue más perturbador.

—¡Por Dios! ¡No me digas ahora que este tipo no está loco de remate!

Harry no le respondió. Sus ojos verdes seguían clavados en el vientre de la muchacha muerta. Un nombre había sido tallado, de manera cruel, sobre su ombligo. Sintió que se le helaba la sangre al leer lo que aquel hombre había escrito. Letras, garabatos perfectamente legibles en letra de imprenta. «Lizzy.» Repitió el nombre en su cabeza decenas de veces para convencerse de que no era una alucinación.

—¿Qué crees que ha usado para hacer eso? —preguntó Rachel mientras observaba a su compañero, que estaba absorto mirando el cadáver.

—No lo sé; sabremos más cuando Steven realice la autopsia.

—He escuchado que alguien mencionaba mi humilde nombre. —Steven Colby irrumpió en la habitación con su habitual maletín.

Rachel se puso de pie y le sonrió apenas.

Nomeolvides | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora