Capítulo 17: Parte 1

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Harry fue el primero en despertarse aquella mañana cuando el sol le dio de lleno en la cara. El calor de su propio cuerpo aumentó al percibir la tibieza del cuerpo de Elizabeth sobre el suyo. Antes de darse cuenta de lo que hacía, bajó la cabeza y la besó en la mejilla. Ella se movió inquieta, pero continuaba dormida; reprimió el deseo de abrirle los ojos con un beso en sus párpados para bajar, luego, hasta la fruta húmeda y madura que era su boca.

Intentó moverse y liberarse del brazo de Elizabeth, que descansaba sobre su pecho; aquel contacto le quemaba la piel y el calor traspasaba la tela de su camisa. Logró quitar su brazo y colocarlo con cuidado a un costado, pero aún quedaba un obstáculo por sortear. Y aquel sería más complicado todavía. Una pierna asomaba por debajo del vestido de Elizabeth y se había enredado entre las suyas y quedaba prácticamente atrapada entre las sábanas y sus muslos. ¿Cómo conseguiría salir de allí sin despertarla? ¿Cómo podría enfrentarse a ella sin sucumbir a sus deseos?

Se pasó la mano por el cabello. Era imposible, no podría levantarse de aquella cama sin que ella se despertara. Pero debía hacerlo; no podía quedarse todo el día allí; aunque la idea sonaba bastante tentadora debía alejarse de Elizabeth antes de que ella abriera sus ojos.

Se movió con suma lentitud y se quedó de costado, pero ella no se había movido ni un milímetro y su pierna, mucho menos. Estiró el brazo, no tenía más remedio que moverla él mismo. Apoyó la mano en el muslo desnudo de Elizabeth y sus dedos se crisparon al entrar en contacto directo con la tibieza de su piel. Sus dedos descendieron despacio hasta detenerse en su rodilla. Cerró los ojos mientras acariciaba el hueco que se formaba detrás.

Abrió los ojos de inmediato cuando sintió que la mano de Elizabeth le rodeaba la muñeca con fuerza e impedía que siguiera con aquella caricia.

—¿Qué crees que estás haciendo?

Ella lo estaba mirando mientras su mano continuaba apretando la suya detrás de su rodilla.

—No... no quería despertarte —se quedó inmóvil cuando se enfrentó al reproche de sus ojos.

Elizabeth contuvo el aliento; el suave masajeo que Harry había comenzado a darle en la parte posterior de la pierna se había detenido, pero sus dedos aún tocaban su piel y aquel roce enviaba chasquidos electrizantes por todo su cuerpo.

Hubo un instante cargado de intensidad cuando los ojos verdes de él bajaron hasta donde había llegado su mano.

—He intentado levantarme, pero estaba literalmente atrapado debajo de tu pierna —susurró él sin apartar la mirada. Parecía que la piel bronceada de su muslo brillaba aún más al recibir los rayos de sol.

—Lo siento —balbuceó Elizabeth y se apartó de él. Se sentó en la cama y se cubrió como pudo con las sábanas, ya que el vestido que llevaba era demasiado revelador y se sentía incómoda bajo la atenta mirada que él le estaba prodigando.

Tenía que preguntarle cómo habían terminado enredados en aquella situación, pero las palabras no salían de su boca; estaba aún conmocionada y tener a Harry tan cerca no le permitía actuar con sensatez. Él le nublaba la razón y hacía pender de un delgado hilo el poco juicio que le quedaba.

Harry se sentó en la cama y le dio la espalda. Ella aprovechó para mirarlo y, por un instante, tuvo la loca idea de acercarse por detrás, abrazarlo y pedirle que no se fuera. Pero no lo hizo, la poca cordura que le quedaba se lo impidió. Lo observó mientras echaba un vistazo a su reloj.

—¿Tienes algún plan para esta tarde? —le preguntó de repente.

—No, es sábado y pensaba dedicarme a pintar. ¿Por qué lo preguntas?

Nomeolvides | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora