Pepero Day ¬ NaKook

¬ 13

Maraton 1/2

Cuando la alarma sonó, ambas chicas se levantaron con algo de pereza, pero al cabo de veinte minutos, ya se encontraban desayunando las dos juntas mientras veían las noticias de la mañana.

— ¡Voy llegando tarde, adiós! — Anunció Soobin, quien bajó rápidamente las escaleras, tomó una tostada, y salió corriendo de la casa.

— ¿No que él tenía clases recién a las ocho? Son apenas las siete — Mencionó Jeongyeon, mirando otra vez su reloj para asegurarse.

— Sip, en realidad hoy entra a las nueve porque a un profesor le pasó algo, no recuerdo qué — Comentó Im, disfrutando de su café caliente.

— ¿Y entonces porqué salió corriendo?

— Tal vez porque yo tuve algo que ver — Respondió, a lo que la contraria frunció el ceño — ¿Qué? Él rompió mis anteojos, debería estar agradecido de que solo le cambie la hora del despertador y no algo peor.

— Tu no tienes remedio — Rió ligeramente.

Y con esa frase, cerraron el tema, terminando así su desayuno, para ir a terminar de alistarse.

Ya en la calle, caminaron tranquilas puesto que aún estaban a tiempo y llegaban temprano.
Hasta que Yoo se topó con algo, mejor dicho alguien, que le generó una magnífica idea.

Miró a su amiga, fingió interés en lo que sea que le esté diciendo, y se aseguró de que no se haya percatado de lo mismo.

Fue entonces, cuando llegaron a una esquina, y el semáforo la brindó una ayuda.

Se detuvo en seco, y la castaña se dio vuelta a verla.

— ¿Qué pasó? — Preguntó.

— ¿Tras el trabajo de geografía?

— Si, no alcance a abrochar las hojas, pero las tengo en-

— Perfecto, préstamelo — Habló rápido.

— ¿Qué? Pero-

— Solo hazlo — Insistió, casi desesperada.

Confundida, la mayor acató órdenes, sacando lo que la peligris le pidió.

— Aquí está, ¿para que lo quieres?

— Lo siento — Fue lo último que dijo.

Y sin más, le propinó un empujón lo suficientemente fuerte como para hacer que tambalee unos pasos, se tropiece con una grieta en el suelo, y terminé cayendo de trasero al piso.

Aprovechó el momento mientras ella se caía, para esconderse detrás de un auto estacionado en la calle. Desde ahí, arrimó su cabeza, y vio como su tonto, pero ingenioso plan, era llevado a cabo.

Por su parte, la otra coreana se frotaba la retaguardia, mientras maldecia por lo bajo.

— ¿Y a esa qué le pasa ahora? — Murmuró, viendo cómo hizo que tire todas sus hojas al piso — Cuando la vea la voy a m-

— ¿Estas bien?

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Nimin_36