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Algo asustada, volteó a ver, encontrándose a quien menos esperaba.

— ¿Jungkook? — Pronunció, bastante sorprendida, no obstante, sabía disimular.

— El mismísimo — Aseguró, sonriendole — ¿Te importa si me siento?

— S-seguro, el patio no es mío — Cedió, mirando para otro lado — ¿Y tus amigos?

— Por ahí andan, un montón de chicas venían persiguiendome y no sabía donde esconderme, ¿te molesta si me quedo contigo un rato? Dudo que vengan por aquí — Comentó, observando a su alrededor.

Ella también lo hizo, buscando a alguna hiena que los esté asechando desde algún lugar justo en ese momento.

— No hay nadie por aquí, pero puedes quedarte si aún gustas — Habló la castaña, sonriendole sin mostrar los dientes.

— Seguro, gracias — Le sonrió también — ¿Qué lees?

— Pensé que lo conocías, se llama blue moon — Mencionó, entregándole el libro.

— Me la han recomendado mucho, y dicen que es muy linda, pero aún no la empiezo, ¿en qué parte vas? — Preguntó, ojeando las páginas.

— Voy casi por la mitad, la empecé hace unas semanas — Contestó, sintiéndose ligeramente emocionada al mantener tanto tiempo la calma, y no haber tartamudeado.

— Es increíble, ¿de qué trata?

— Es un cliché sobre una chica que se enamora de un chico que-

—  ¡Jeon, el balón! — Se oyó gritar.

Im volteó, y lo último que vio, fue una pelota de fútbol dirigirse a su cara, y vaya golpe fue el que se llevó cuando esta impactó en ella.

Las ganas de llorar fueron tantas, que con la mano sobre su nariz, y los ojos apretados, buscó su mochila con el tacto, y salió corriendo de allí, ignorando completamente la voz de Jeon llamándola.

Huyó, y se escondió en el baño, queriendo irse por la vergüenza que había pasado, ¡frente a él!

Ella era consciente que tenía un imán para hacer que cualquier cosa redonda, termine sobre alguna parte de su cuerpo, la cabeza, los brazos, las piernas, etc. Pero por un momento, pensó que hoy iba a haber una excepción para evitar aquello.

Escuchó el timbre sonar, y para nada que quería volver a clases, pero no tenía otra opción, por lo que, recogiendo los trozos de la poca dignidad que le quedaba, se levantó, y fue a su aula.

La hora de la salida, se demoró más de lo que quería, por lo tanto, se le hicieron horas eternas.

Pero ya cuando estaba saliendo, notó la ausencia de un libro en su mochila.

¿Qué lees? — Recordó la pregunta, y el instante exacto, en el que le pasó el libro.

— Maldición — Murmuró, apresurando el paso para volver a casa.

Hoy no fue un mal día, fue pésimo.

🍥

Nimin_36


Pepero Day ¬ NaKook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora