Pepero Day ¬ NaKook

¬ 26

Lunes. 11 del 11. Once de noviembre. Solo significa una cosa;

Pepero day.

Los nervios la estaban matando, y la volvían insegura acerca de cómo se veía, incluso después del cambio radical que tuvo, y del 20% de autoestima que ganó durante el fin de semana.

Soltó un suspiró, y se plantó frente al espejo.

— Bien, Im NaYeon, ya no hay vuelta atrás, no hiciste todo esto para nada, hoy es el día, hoy se lo dirás — Dijo decidida y firme.

Tomó su mochila, guardó la caja personalizada con los pepero dentro, se despidió de su familia, y salió de su casa, yendo rápido hacia el colegio, puesto que estaba llegando tarde.

Por suerte, logró llegar justo cuando estaba sonando el timbre de ingreso, por lo que estaba a tiempo. Pasó al aula junto a sus compañeros, y tomó asiento en el medio.
Y lo que estaba esperando pasó, los murmullos empezaron a oírse por todo el aula, algunos descarados la miraban sin pena mientras le decían algo a su compañero de al lado, haciéndola sentir diminuta.

El resto de la clase pasó con normalidad, alguna que otra mirada o susurro a sus espaldas, pero se decidió a ignorar todo eso, centrándose en la clase de química.
Hasta que por fin, sonó la campana del receso.

Salió casi a lo último, después de juntar todas sus cosas, y fue en busca de Jeongyeon, rogando para que ésta haya asistido hoy al colegio.

Caminó por los pasillos, ignorando toda la repentina atención que recibía, cuando de repente, sintió unos brazos rodeando sus hombros, y un peso en su espalda.

— Pero mírate nada más, ahora entiendo porque todo el mundo anda hablando de ti, te ves muy bien — Sonrió su acompañante.

— Seokjin, es muy temprano para molestarme, mejor ve a otra parte — Se quejó, tratando de quitar el brazo del mayor.

— Pero no tengo a nadie a quien molestar — Dramatizó, fingiendo llorar.

— ¿Acaso no andabas en algo con Jihyo? Ve con ella, seguro estará feliz de verte — Bufó, buscando a Yoo con la mirada.

— Oh, bueno, respecto a ella — Rió — Pasaron cosas y se enojó conmigo.

— ¿Ahora que hiciste? — Inquirió la castaña, frenando su caminar.

— Nada, nada, solo... Difame un pequeñiiito rumor — Hizo un mohín con sus dedos.

— ¿Qué co-

Pero antes de que pueda terminar, vio a Jeon atravesar el pasillo, riendo junto a sus amigos, y fue allí que entró en crisis.

Rápidamente, tomó de la muñeca a Kim, y lo metió junto con ella al primer salón que tuvo a su disposición, sin preocuparse de que haya alguien allí, ya que en el receso, lo que menos hacen los alumnos es permanecer en esas jaulas.
Acorraló al más alto contra la pared, dispuesta a hacerle hablar.

— Presta atención, respecto a lo que pasó el viernes, tú sacaste las cosas de contexto — Escupió, señalandolo con el dedo índice.

— ¿Qué cosas? — Hizo una pausa, tratando de recordar — Oh, ¿te refieres a eso de que tu gustas de Jung-

— ¡Eso! — Lo interrumpió — Dejame decirte una sola cosa, ¡y es que tú-

Pero no pudo terminar, pues la puerta fue abierta de repente.

— Oye Jin, has visto a N-, ¿Jin?

A veces NaYeon se preguntaba quien era el hijo de perra que conspiraba para que todo le salga mal.

— Oh, hola Kook, ¿necesitas algo? — Consultó Jin, tranquilo, digo, no es como si tuviera a una chica acorralandolo contra la pared, a centímetros de su cuerpo.

Jungkook miró a la femenina un instante, y ella le sonrió algo tímida.

— ¿NaYeon? — Dijo finalmente el actual pelinegro, dejando ver una expresión de asombro.

— La mismísima — Musitó ella, completamente nerviosa.

— ¿Necesitabas algo? — Insistió Kim, interrumpiendo la conexión.

— Oh, si, pero luego, ustedes sigan... En lo suyo — Concluyó el menor, saliendo.

— Ow, que pena, tu novi- auch — Protestó el mayor al recibir un golpe en su brazo.

— Tú, te ganaste un lugar en el infierno — Sentenció la contraria, saliendo también.

Iba echando humos por las orejas, enojada con todos, con Seokjin por ser un idiota, con Jeongyeon por no aparecer, y con esos malditos lentes de contacto que empezaban a molestarla.

Optó por relajarse, respirar, y alinear sus chacras. Su horóscopo de hoy le dijo que debía darse un respiro antes de saltar a un nuevo desafío, y en definitiva, eso era lo que necesitaba hacer.

— ¡Nay, mira esto! — Reconoció la voz detrás de ella.

— ¿Donde estuviste? Te estuve buscando por todos lados — Protestó Im ante la llegada de su amiga.

— Estuve hablando con Jihyo, y mira lo que me dio — Anunció, enseñando una bonita pulsera hecha a mano.

— Que bonita — Se limitó a responder.

— ¿Sabes? Realmente amo ver como rechazan a los idiotas de mis compañeros — Soltó una risa, hasta que se percató de lo que dijo — Q-quiero decir, no es como a ti te rechazaran también y tiraran tu pepero al suelo como lo hicieron con el tonto de Park, aunque en realidad-

— Gracias por tu apoyo moral, Yoo — La interrumpió, dando vuelta para dirigirse a la cafetería.

— ¡Hey, esperame!

🕒

¡La salida! No supo en qué momento pasó tan rápido la hora.

Faltaban cinco minutos para que sean libres, y cuando la campana se hizo oír, NaYeon fue la primera en salir corriendo.
Fue a su casillero, y tomó la cajita que conservaba las golosinas dentro.

Lo tomó en sus manos, y luego de avanzar unos pasos, logró divisar a Jeon, pero al querer acelerar para alcanzarlo, vio algo que la dejó helada.

Él, compartiendole un pepero a Jihyo, lo cual, por más que intente negarselo a sí misma, sabía lo que significaba.

Quería llorar, se veía como una tonta, maldición.

Salió corriendo del colegio, ignorando completamente el hecho de que Jeongyeon la estaba esperando afuera, y fue por otro camino, uno que no la lleve a su casa, no ahora.

Luego de una pequeña corrida, terminó en lo que parecía ser un pequeño parque, y allí se quedó un instante.

Quería creer que lo que vio no era cierto, que fue un mal entendido, pero era imposible, todos saben lo que significa dar un pepero el once de noviembre, literalmente se le estaba declarando, de la misma forma que ella lo quería hacer con él.
Permaneció en aquel lugar durante veinte minutos, y luego de llegar a la conclusión de que todo terminó, decidió volver a casa.

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Nimin_36