Carta 8.

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Querido cielo,

Hace tres días que no dejas de llorar.

¿Percibes lo que siento?

De cualquier forma, amo la lluvia. Así que no pares, limpia toda aquella basura. Ahoga el planeta, si quieres.

Hace tres días fui a ver a papá donde se encuentra encerrado.

Nunca creeré lo que hizo.

Mi mente lo sabe, pero yo la obligo a no creer en eso.

La conversación duró menos de lo que tardarás en leer esta carta.

Y no la reescribiré para ti, porque quiero olvidarla, quiero olvidar a aquel hombre. Y si plasmo aquí la charla, jamás lo dejaré ir. 

Solo diré que cuando le dije "adiós" aquella palabra contenía tanta infinidad como tú, querido cielo. Le decía adiós, para siempre. Y para siempre es un largo, largo tiempo. Tanto como el que tu has estado aquí, tanto tiempo como el que pasarás allí arriba y yo ni siquiera lo sabré.

¡Cielo, estás en todas las cosas que puedo describir!

Hice bien en escribirte a ti por sobre todos.

Has dejado de llorar, al fin.

¿Es esta una señal para que salga a caminar?

Creo que lo haré.

De cualquier modo, tu estás persiguiendome a donde quiera que voy.

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