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Conforme las semanas pasaron y la relación entre maknae y hyung se fortaleció, ni Jimin ni Jungkook sacaron el tema del beso a colación, de modo que este se quedó como un secreto bien guardado, un recuerdo que les hacía sentir el estomago divertido cuando venía a sus memorias.

Pero como bien sabemos, el inicio de la banda en la industria de la música no fue sencillo, ellos tuvieron que esforzarse más que el resto, probarse ante las cámaras; demostrar que su talento era de valía y más. Así que no había mucho espacio para pensamientos fuera del trabajo, no muchas instancias donde los chicos pudiesen ser solo muchachos con hormonas alborotadas; y en el raro momento en que eso ocurría, los ojos de Jungkook se disparaban de inmediato hacia Jimin. Quien exudaba sensualidad y deseo, despertando un lado de Jeon que no sabía que tenía consigo.

Este intentaba ser centrado, de verdad que sí, él ya no alejaba a Jimin con boberías, recibía su cariño y compañía con los brazos abiertos, porque los llenaba de mejor manera a ambos. Jimin sonreía más, se apoyaba en él, le permitía a Kook cuidarlo; revoloteando el corazón del menor a tal ritmo que podría explotar.

Por eso, y por el tiempo compartido, se le hacía dificultoso no sentirse atraído hacia su mayor, hacia sus movimientos y su encanto. Y su boca, Dios, él debería ganarse una medalla en esta misión solo por contenerse de besarlo. A pesar de que se le quedaba viendo para nada disimulado, su fuerza de voluntad era férrea.

Las ganas de repetir aquel beso bajo la lluvia crecían en su vientre y los pensamientos se volvían más intensos y calurosos de lo que debería. Sin nadie con quien hablarlo, ni poder consultar algunas de sus dudas; a ratos se sentía como un pervertido. Sucio e incorrecto. Y se retraía, como no. El aislamiento era su único modo de capear lo negativo en su cabeza.

Como aquel día, tras un poco de promoción de la banda, ellos estaban grabando un detrás de escenas. Los chicos se reían y fanfarroneaban frente a las cámaras, diciendo cosas sin sentido, mostrando su emoción.

Y aquella pregunta surgió.

—Si tuviesen un día libre de trabajo, ¿qué harían?

Era una situación para pensarse, ninguno de ellos tenía la respuesta en la punta de la lengua, porque solo decir descansar no bastaba. Entonces, Jimin se hizo adelante, tomando la mano de Jungkook en el proceso.

—Yo iría con Jungkookie en una cita —dijo con determinación. Un coro de risas y miradas incomodas lo siguió, con el menor mirándolo extrañado.

No estaba bien decir algo como eso al aire, la gente podía especular cosas que no eran. Aunque Jimin tendía a hacer aquello, tendía a decir que quería pasar tiempo a solas con él; fuera de la banda, fuera de su vida de idols. Jungkook tenía que tragar duro, porque no podía imaginarse algo como eso, solo lo haría fantasear aun más.

El tema se dejó pasar entre burlas, la entrevista avanzó con los demás miembros tomando la palabra. Hasta que Jimin volvió a la carga.

Colgado de Jungkook, mofándose de él, mofándose delante de todos, haciéndolo lucir como el chiquillo tímido que era. Una imagen contra la que Jungkook estaba luchando, no por nada se la pasaba haciendo tanto ejercicio, él quería verse a la par con sus hyungs, que lo tomaran en cuenta como a un igual, así que con eso en mente fue que amagó hacia el cuerpo de Jimin con toda la intención de darle un golpe de escarmiento.

Solo que no contaba con que Jimin mostraría su sonrisa de ojos, y él nada podía hacer contra eso.

Se derritió cual masa aireada, sonriendo también, sintiendo esa sensación de burbujas explotando en su interior que lo traicionaba en cada ocasión.

¿Por qué hace eso? ¿Por qué tiene que sonreír de esa manera al verme? Jungkook alejó la mirada, sintiéndose un poco más idiota, un enfermo de amor sin remedio.

Controló sus ganas de... algo, jugueteándose con su hyung, un poco de empujones y palabras que lo alejarían del punto. Porque ellos eran amigos y nada más. Por mucho que quisiese a Jimin, él no estaba alimentando los rumores de nada. Él apreciaba la compañía del otro chico demasiado. No por nada le hacía ver sus puntos erróneos cuando este se esforzaba demasiado en los ejercicios o las dietas estrictas. Se preocupaba por él cuando el cansancio lo dejaba rendido, buscando siempre una manera de hacerlo feliz.

No, no valía la pena dejar a sus emociones tomar las riendas. Porque lo que estaba en juego era mucho más que un rechazo juvenil que podría superarse con el tiempo.

Era una banda, el trabajo e ilusiones de centenares de personas detrás. Era una relación hermosa tal cual como la llevaban hasta el momento. Se construía a base de tropiezos, días mejores que otros y aciertos que iluminaban los rincones oscuros.

La gente tiende a menospreciar el compañerismo, el amor sin nada romántico de por medio; pero afortunadamente Jungkook no era uno de esos.

Él estaba comenzando a conocer a Park Jimin como tal y le gustaba lo que veía lo suficiente como para forzarse a sí mismo a dar más.

Jimin tenía problemas con su imagen buscando ser lo que la gente quería; más masculino, más hermoso, más delgado. Verlo luchar hacía a la garganta de Jungkook apretarse, doliendo por él. Más entendía que era un camino que su hyung debía recorrer en el proceso de crecer y el chico más joven solo podía quedarse a su lado y estar. Sus propias luchas internas no eran sencillas, crecer nunca lo es.

Ellos eran Jimin y Jungkook, compañeros de banda, maknae y hyung.

Ajenos a sus pensamientos, ese día, tras subir el video de su interacción a su canal de internet, las redes sociales explotaron con un nombre que los perseguiría sin importar sus opiniones; jikook. 

Aquel beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora