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Algo curioso acerca de los artistas es esta imagen inalcanzable que las personas se crean de ellos; una imagen donde, malamente se piensa que sus problemas no son comunes como lo es tener dudas sobre el primer amor o los nervios al conseguir una cita adecuada.

En ese aspecto, los chicos de BTS no son muy diferentes de sus fans, después de todo, sin importar la cantidad de fama y glamur, son humanos. De carne y hueso. Cometiendo errores de acuerdo con sus edades y necesidades.

Jungkookie, o mejor dicho Jeongguk, podía lucir más grande, más confiado, más musculoso. Pero nada más tenía unos pocos años entrados en los veinte. El diminutivo cariñoso en su nombre de pila no pegaba todos los días con su figura imponente, sobre todo por su rostro que aún se mantenía como el de un conejito.

Y en la otra mano, Jimin tampoco era aquel hyung pequeño a la sombra de su menor. Este era alguien que exudaba sensualidad, con ojos atrayentes y cuerpo hecho para el pecado. Descubriéndose a sí mismo, en constante cambio, un Jimin sin filtros, en su versión más real quien se hacía desear por otros, que con solo darle una mirada caían bajo sus encantos.

Y eso estaba bien, más que bien. A Jimin le gustaba ser amado, adorado por las masas, es solo que su corazón rogaba por conseguir una única atención, aquella que completaría su mundo, la más difícil de todas a su parecer.

Jimin se encontraba sentado a los pies de su cama, encerrado junto a JHope bajo la seguridad de las paredes de su habitación, su semblante se debatía entre el abatimiento y la frustración mientras que debatían aquel tema recurrente entre ellos desde que el mayor había pescado a su compañero de cuarto mirando con ojos de borrego a medio morir al maknae del grupo.

—Deberías decirle lo que sientes —Hoseok expresó con simpleza. —Se te escapará de otra manera, hoy en día parece que toda la atención del mundo está puesta en él.

Jimin hizo una mueca poco agraciada.

Meses atrás, nada le había costado admitir sus verdaderos sentimientos ante su amigo, una vez que los había aclarado para él mismo, el resto había sido bastante fácil en realidad; pero dejárselos saber a Jeongguk era harina de un costal muy diferente.

—No sé cómo hacerlo. —Se pasó una mano por el cabello peinándolo hacia atrás. —¡Yo no flirteo!

Hobi dejó lo que estaba haciendo para darle una cara poco impresionada.

—Creo que hay muchos fans que desmentirían eso.

—Al menos, no intencionadamente —Jimin esclareció mordiéndose el labio inferior. —Soy en desastre en ese departamento, a decir verdad.

Hoseok volvió a doblar la prenda que tenía entre las manos. Era día de colada y la pila de ropa tirada en un rincón reclamaba su atención.

—Tienes al chico en la palma de tu mano y no puedes verlo. –Habló a su espalda. —Cualquiera que tenga ojos en la cara sabe eso.

Jimin sacudió la cabeza en negación.

No, no era así.

Sí, en esos días su relación con el menor era estrecha, mucho más que con el resto de los miembros de la banda, pero eso no quería decir que se tratase de algo romántico de por medio. Bien podía ser solo camaradería y cualquier paso en falso podría romperlo.

En una vuelta de torna de la que Jimin jamás se quejaría, Jungkook estaba del todo al pendiente de él. En ocasiones le abrazaba sin razón aparente, por las mañanas le apartaba las raciones de desayuno más grandes y últimamente lo incluía en todos sus proyectos, sin importar cual pequeños o grandes estos fueran. El menor reclamaba su atención y buscaba su aprobación.

Tener a Kook preocupado por él, recordando aquellas cosas que a Jimin le gustaban, cargándolo y tratándolo con toda su atención era más de lo que el mayor podía soportar algunos días. Hacía a su corazón saltar en su pecho. Las mariposas en su estómago transformadas en verdaderos animales de fiesta.

Lo que le hacia de manera inevitable preguntarse, y si...

—Veo en tu mirada que estás dudando —dijo Hobi con una sonrisa insidiosa. Al Jimin poner los ojos en blanco, el pelirrojo se puso enérgico. —Por favor, aunque sea pon en palabras lo que sientes por él.

—Eso ni soñarlo. —Minie amenazó con lucir histérico.

—Jimin, —Lo llamó de manera cuerda. —¿qué es lo peor que puede pasar?

El rubio tenía la respuesta perfecta ante eso.

—¡Que él me escuche!

JHope inhaló profundo; si no se trataba de alguna clase de ayuda divina, su mejor amigo jamás haría un movimiento. Aunque no podía culparlo del todo, él entendía el sentimiento; descubrir que uno de tus mejores amigos y compañero de banda es posiblemente el amor de tu vida, apesta por donde sea que se le mire. 

Aquel beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora