II

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Jimin envió mensajes a su novio en todo momento, aun no se acostumbraba a la etiqueta colgando por encima de su cabeza o la de Jungkookie, pero en su corazón se sentía tan correcta que le encantaba.

—Estás sonriéndole al teléfono otra vez —Taehyung le hizo ver mientras que caminaban por la calle en dirección a la próxima tienda de ropa.

Minie se sonrojó.

—Lo sé, es que es Jungkook —dijo enseñándole el teléfono, como si el nombre del maknae lo explicara todo y quizás lo hacía, porque nadie conseguía hacerlo sonreír como él; incluso si Kook no le había dirigido la palabra en todo el día.

—¿Sigue sin responder? —Tae preguntó con su voz gruesa. –¿Crees que ha ocurrido algo? —Fingió un estremecimiento. —Anoche me pareció que estaban de lo más acaramelados.

La piel clara de Jimin se manchó en grandes marcas rosadas. Sin repetir el incidente vergonzoso del baño varias noches atrás, aun era un poco raro ser cariñoso con Jungkook alrededor del resto de los chicos de la banda. Un raro bueno porque todo era familiaridad entre ellos y los demás los entendían, pero aun así.

—Estábamos bien, estamos bien. Quizás solo está entretenido en algo. —Lo excusó, aunque él mismo tenía una mala sensación en la boca del estómago. El tono de voz de Jeon seguía repitiéndose en su cabeza y cada vez encontraba algo más a lo que prestarle atención.

Lo bueno es que la personalidad apacible y dulce de TaeTae era siempre un bálsamo para los nervios de Jimin, compartir con él momentos a solas le recordaba al rubio porque se habían hecho amigos tan estrechamente nada más conocerse. Sin nada romántico de por medio, eran el alma gemela del otro. Se conocían en niveles que los demás no alcanzaban a comprender y se querían de la misma forma.

Por ello es que lograron pasarse una tarde de relajo a pesar de todo, tranquilos al no ser reconocidos en ningún momento, disfrutando de andar entre la multitud de personas de la ciudad sin tener que recurrir a sus guardaespaldas. Riendo por alguna broma tonta, con los estómagos llenos de comida deliciosa y las manos cargadas de bolsas de compra, volvieron a casa para encontrarse a la mayoría de la banda en el salón de estar. Tendidos en los sofás cada uno pasaba el rato sumidos en las pantallas de sus teléfonos. La televisión emitía algún programa al que nadie prestaba atención, solo aportando ruido de fondo.

Yoongi fue el primero en notar la presencia de los chicos. Aun tenía cara de adormilado y no se había molestado en cambiarse de ropa desde la mañana.

—Han vuelto —dijo estirándose como un gatito perezoso. —¿Qué han estado haciendo?

TaeHyung se sentó cerca de su hyung, obligándolo a hacerle un puesto a su lado. El sofá de tres cuerpos estaba vacío en los costados, pero Tae sabía que Yoongi lo dejaría incomodarlo de todas maneras.

—Aprovechar la luz del sol hyung-ah —Lo picó en la mejilla. —Deberías probarlo de vez en cuando.

Con un murmullo evasivo, Jimin repasó a los chicos en la sala y se dirigió por el pasillo hacia los dormitorios. Su novio no estaba a la vista en ninguna parte, y dado de que no contestaba sus mensajes era mejor atraparlo alrededor de la casa. En algún lugar tenia que estar, porque presentía que no había salido. Jimin lo conocía lo suficiente y sabía que Jungkook comenzaba a encerrarse en sí mismo. En el dormitorio del maknae lo recibió el silencio, con la cama tal cual la había dejado al salir, salvo por la bandeja de alimentos en el escritorio. Él no había reparado en ello más temprano y con eso la ultima pieza del rompecabezas terminó por calzar.

Sintiéndose aprensivo fue entonces al gimnasio del piso de abajo, el único lugar que podía reclamar a Jungkook al punto de absorberlo por completo de la realidad. Y no se equivocó, nada más abrir la puerta escuchó el saco de boxeo siendo atacado y los quejidos de esfuerzo de su menor. Se deslizó en silencio hasta la banca más próxima y observó al chico descargar su malestar hasta que el sudor le corriera por el rostro.

A pesar de si mismo, Jimin se encontró embelesado con la imagen. Jungkook era simplemente tan atractivo. Las facciones concentradas y con deje de enojo lo hacían ver rudo, intimidante. Los músculos abultados de sus bíceps con las venas resaltando. El brillo perlado en su piel por el esfuerzo. La camiseta sin mangas pegada a su torso empapado, con los tatuajes que cubrían su brazo derecho tan negros que lo llamaban.

Mordiéndose el labio, Jimin se quitó la chaqueta y el gorro para bajar las manos y apretarlas en la banca. El susurro del movimiento a su espalda hizo a Jungkook notarlo. Se volteó jadeante, quitándose el pelo húmedo de la frente con las manos aun empuñadas.

Ambos chicos se quedaron viendo por el tiempo de un latido, con las reparaciones de pronto coincidiendo en acelerarse.

En dos grandes zancadas Jeon llegó hasta Minie que se puso de pie de un salto, frente a frente, Jeongguk bajó sus labios hasta los de su chico, sorprendentemente suave en comparación a las manos duras que lo tomaron por el medio cuerpo para apegarlo a él. Los parpados de Jimin se sintieron pesados con la lengua de Kook entrando en su boca; sabía a enojo y pasión, tan embriagador que Jimin se sintió obligado a rodearle el cuello con los brazos. Estaba sudado sí, pero olía divino. Tan masculino, con el deseo evidente en la entrepierna que sin ningún tapujo Jeon restregó hacia él.

Solo había un camino que podían tomar desde ahí y Jimin estaba a bordo de él. Se dejó besar, sintiendo las manos de Jeon cubriendo su espalda, frotándose con él con un gemido tal que apenas era humano.

Estaban follando con las ropas puestas antes de que se dieran cuenta, ambos empujaban las caderas hacia el otro, frenéticos en aumentar como se sentían. No habían dejado de besarse en ningún momento, besos tan hambrientos que parecía que se estaban comiendo la boca del otro. Jimin gemía sin decoro, ahogado en el calor de su vientre. Había conseguido quitarle la camiseta a Jungkook, su torso musculoso subiendo y bajando con la respiración entrecortada. Abrió los ojos para ver a Jungkook tan perdido como él. Con los tendones en el cuello tan tirantes que Jimin tuvo que poner su boca sobre ellos para succionar la piel salada.

—No debiste salir hoy Jimin-ssi —Jungkook se las arregló para jadear en su oído. Jimin elevó la vista hasta sus ojos. Eran tan negros que daba miedo. –¿Crees que puedes dejarme solo cuando quieras? —Le mordió el labio inferior enviando una corriente directo a la polla de Minie. —Te cobraré lo que me hiciste extrañarte hoy, amor. 





Aquel beso bajo la lluviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora