3.- Haciéndolo con las Alimañas

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Dirty Human Girl
«Una Lúgubre Novela de Sadomasoquismo»

"Haciéndolo con las Alimañas"

«Porque los espíritus se revisten a su antojo, de uno u otro sexo o de ambos a la vez, tan tenue y sencilla es su pura esencia, que no está sujeta ni encadenada por coyunturas ni miembros, ni apoyada en la frágil fuerza de los huesos, como la pesada carne, sino que en la forma que eligen, corta o larga, brillante u oscura, pueden ejecutar resoluciones aéreas y llevar a cabo sus acciones de amor o de odio»

John Milton
El Paraíso Perdido

Un relámpago iluminó la noche, sería una velada lluviosa y terrible. El escudo mágico de protección automático de la mansión Blight se activó a las primeras gotas.

En la recámara de la más pequeña de la familia, la chica de cabellos verde mar solloza cobijada en sus sabanas rosas, su mano se sacude con frenesí bajo las mantas acariciando con ardor su sexo tan alborotado por el erótico espectáculo que había presenciado en el vestidor de chicas algunos días atrás.

No podía sacar de su cabeza la imagen de Luz siendo violada por Boscha, el rostro de ambas se le había grabado a fuego en su mente, estaba trastocada y sólo podía darse aquel alivio tras ser afectada por tan terrible escena.

Ahora comprendía todos los raros doble sentidos que Luz había estado insinuando, aquello era el infierno en la tierra. Y lo que más aborrecía era sentir aquel ardor, aquel anhelo y necesidad de desfogarse de algún modo.

Sus dedos, poco acostumbrados a procurarse aquellas caricias se esmeraban en acariciar las cuerdas que hacían vibrar sus entrañas de placer mientras recorría sus delicados senos con suavidad, fantaseando que Luz era quien le procuraba aquel delicado alivio.

Mordió la almohada derramando algunas lágrimas en ella sintiendo un tímido orgasmo que la hizo sentir vil y sucia.

Deseó jamás haber visto aquella maldita escena, se maldijo por su curiosidad tan tremenda que la había forzado a seguirlas y atestigua aquella incomoda situación.

El rostro de Luz jadeante y ruborizado era tan hermoso, deseó haber sido ella quien le diera aquel placer tan extremo que la morena había encontrado en los violentos brazos de Boscha.

Por otro lado, Amity jamás se había imaginado que la pelirroja podía ser tan intensa y agresiva, además de que no podía ni imaginarse cómo habría conseguido armar su femenino cuerpo con los atributos de un Adonis.

Se acomodó su ropa y, boca abajo, así como llena de pena, Amity decidió cerrar sus ojos y tratar de dormir no quería dar más vueltas a aquél asunto o se volvería loca, más de lo que ya estaba quedando.

Sabía que a partir de ahora no podría ver a la cara ni a Luz ni a Boscha...

Quizá... Sólo quizá...

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