2.- Obra Del Maligno

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Dirty Human Girl

«Una Lúgubre Novela de Sadomasoquismo»

"Opus Maligna"

Aquello no podía estarle pasando, pero así era, Boscha maldecía internamente a la sucia humana por embrujarla de aquel modo.

¿Un hechizo humano que ella ignoraba? ¿Y si aquella cosa siempre sí era venenosa y alguna extraña feromona expelida y absorbida por ella durante su frenético primer encuentro la había infectado de algún modo?

Eso debía ser...

Boscha jadeaba sonoramente, ríos de sudor le caían por la frente cegando dos de sus tres ojos, de hecho, su tercer ojo estaba fijamente clavado al frente, a las espaldas de la doncella que había persuadido para dejarla divertirse con su sexo unos minutos a cambio de algo de oro fácil.

—S-señorita Boscha... –jadeó la chica Maid en un gemido de dolor y placer mezclado.

Aquél día era un «Día de Garras», así que la demonio tenía aferrada con aquellos garfios escarlata a la chica de las maravillosas y albas redondeces de los bulbos traseros de la chica.

Aquella suavidad esponjosa era tan delicada y tersa como un delicado durazno maduro.

Y las garras de la chica-demonio se hundían ligeramente a cada estocada de caderas que le daba a la Maid con viveza y ansiedad.

Habían pasado más de quince minutos desde que comenzase aquella sesión de deseo y lujuria y Boscha no daba muestras de estar ni cerca de venirse.

Un bufido de insatisfacción brotó de entre sus dientes apretados al momento de sentir un tímido y breve orgasmo avecinándose, apretó los ojos y a su mente vinieron recuerdos de su primera vez con aquella sucia chica humana.

La doncella no se había imaginado, cuando despertó aquélla mañana, que aquel día la niña mimada de la familia a la que servía querría encumbrar el trasero sobre ella.

Se notaba que la mocosa estaba acostumbrada a tener cuanto deseaba cuando lo deseaba. Aquella arrogancia típica de los nobles se reflejó en el modo tan galante y educado en que le sugirió tener sexo.

—Oye, tú... –la llamó imperante.

—¿Diga usted, Milady? –le acercó haciendo una reverencia con el faldón negro de su uniforme de Maid.

La joven doncella era hermosa en su sencillo estilo, cabellos azul oscuro largo en dos trenzas, unos preciosos ojos color violeta claro y una clara piel delicada y tersa al tacto. Largas piernas fuertes por las jornadas diarias y el ejercicio que practicaba y un rostro de expresión angelical más la costumbre encantadora de inclinar su cabeza a la izquierda cuando escuchaba atentamente, contaba con veinte inviernos aunque lucía de unos diecisiete debido a un físico delicado enfundado en el largo traje negro de doncella de la familia.

—¿Quieres ganarte un dinero extra para ti y tú familia?

Los encargos especiales no eran raros aunque lo raro residía, en ésta ocasión, en quien pedía el favor.

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