5.- Vinum Sabbati

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Malleficarum Cultes Magnus
"Vinum Sabatti"

El Vino Sabático, el Vinum Sabbati.

Sin duda habrá leído usted algo sobre los Akelarres de las Brujas, y se habrá reído con los relatos que hacían temblar de miedo a nuestros mayores: gatos negros, escobas y maldiciones formuladas contra la vaca de alguna pobre vieja.

Es una sustancia que desde hace muchos cientos de años ha caído en el olvido y es prácticamente desconocida hoy día.

La coincidencia, negligencia y el horror han provocado un proceso tan complejo y delicado que no sé si un moderno aparato cientíico, manejado con la máxima precisión, podría producir el mismo resultado.

Desde que descubrí la verdad, he pensado a menudo que, en general, es una suerte que se crea en todas estas supercherías, porque de éste modo sirven de pantalla para muchas otras cosas que es preferible ignorar.

Si se toma la molestia de leer el apéndice a la monografía de Payne Knight, encontrará que el verdadero Akelarre era algo muy diferente, aunque el escritor haya callado ciertos aspectos que conocía muy bien.

Los secretos del verdadero Akelarre databan de tiempos muy remotos, y han sobrevivido hasta la Edad Media.

Son los secretos de una ciencia maligna que existía muchísimo antes de que los arios entraran en Europa.

Hombres y mujeres, seducidos y sacados de sus hogares con pretextos diversos, iban a reunirse con ciertos seres especialmente calificados para asumir con toda justicia el papel de demonios.

Estos hombres y estas mujeres eran conducidos por sus guías a algún paraje solitario y despoblado, tradicionalmente conocido por los iniciados y desconocido para el resto del mundo.

Quizá a una cueva, en algún monte pelado y barrido por el viento, o puede que a un recóndito lugar, en algún bosque inmenso. Y allí se celebraba el Akelarre.

Allí, a la hora más oscura de la noche, se preparaba el Vinum Sabbati, se llenaba el cáliz diabólico hasta los bordes y se ofrecía a los neófitos, quienes participaban de un sacramento infernal; Sumentes Calicem Principis Inferorum, como lo expresa muy bien un autor antiguo.

Y de pronto, cada uno de los que habían bebido se veía atraído por un acompañante (mezcla de hechizo y tentación ultraterrena) que lo llevaba aparte para proporcionarle goces más intensos y más vivos que los del ensueño, mediante la consumación de las Nupcias Sabáticas.

Es difícil escribir sobre éstas cosas, principalmente porque esa forma que atraía con sus encantos no era una alucinación sino, por espantoso que parezca, él mismo.

Debido al poder del Vino Sabáticounos pocos granos de polvo blanco disueltos en un vaso de agua—, la morada de la vida se abría en dos, disolviéndose la humana trinidad, y el gusano que nunca muere, El que duerme en el interior de todos nosotros, se transformaba en un ser tangible y objetivo y se vestía con el ropaje de la carne.

Y entonces, a la hora de la media noche, se repetía y representaba la caída original, y el ser espantoso que se oculta bajo el mito del Árbol de la Ciencia, era nuevamente engendrado.

Tales eran las Nuptiae Sabbati.

No pueden infringirse impunemente las leyes más insignificantes de la vida, y que un acto tan terrible como éste, en el que se abría y profanaba el santuario más íntimo del hombre, era seguido de una venganza feroz.

Lo que comenzaba con la corrupción, terminaba también con la corrupción.

Arthur Machen

Dirty Human GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora