Prólogo

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Por allá por el siglo XX aproximadamente...
La familia Claybaugh se destacaba por ser una de las más importantes del territorio. Era impresionantemente rica debido a sus negocios, conocidos por ser de la alta sociedad y nunca equivocarse al momento de hacer tratos con otras familias.

La familia estaba compuesta por cinco miembros; Hiram Claybaugh, quién era el padre de familia, y él era quien generalmente mantenia su apellido en la cima. Stella Claybaugh, esposa de Hiram, una mujer elegante y refinada segun los comentarios que realizaba la gente. Nicklaus Claybaugh, el hijo mayor de la pareja, tenia casi veinte años, y ya estaba preparandose para tomar y atender el negocio familiar, tenía una gran carga en sus hombros. Adeline Claybaugh, la segunda hija del matrimonio, era solo un año menor que Nicklaus, y portaba una enorme belleza. Y finalmente, Delilah Claybaugh, la más pequeña hija de Hiram y Stella, solo tenia siete años y mostraba ya ser una niña con una educación que ni la mitad del pueblo podía igualar.

A lo lejos, por el segundo piso de la gran mansión Claybaugh, observaba por una ventana, la gran velada que estaba teniendo la familia junto con las personas más ricas del pueblo. Sus ojos verdes observaban cada movimiento del apuesto joven ahí enfrente, ese joven alto con sus perfectos ojos azules, y postura imponente; Nickclaus.

El joven se sintió observado, y desvió su mirada hacía la alta ventana. Notó los ojos que lo acechaban descubriendo de inmediato de quién se trataba, a lo que simplemente sonrió.
La chica se sonrojó y cubrió su rostro, el chico no dejaba de observarla con esa sonrisa resplandeciente, hasta que una voz la sacó de su ensueño.

-¡Celine Balday!-La chica se dio vuelta asustada, dando ahora la espalda a la ventana. Miró los ojos furiosos de la señora Wynter.-¿¡Apresurate o crees que la cocina se ordenará sola!?

-Lo siento, señora Wynter.

Celine salió de la habitación y corrió a realizar sus que haceres. Ya en la cocina, mientras preparaba todo para servir a los invitados, seguía sonriendo para sí. Ese fue el primer encuentro que tuvieron.

-Nicklaus. - Dijo para sí.

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