Zu Hause

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Capitulo 3.

Schein Neumann

Me coloco el saco negro que tenía guardado en la maleta de mano para salir del avión ya que en Alemania hace un frío en las noches que te cagas, guardo mis audífonos, acomodo todo en mi maleta de mano de nuevo y la cierro, sigo a mi hermano que esta emocionado por volver a ver a mis padres, no es que yo no lo esté, la verdad es que hace siete años que no los veo, a él, a mis demás hermanos y a mi madre, pero después de lo que pasó simplemente quería estar solo, pero no se me concedió esa paz porque el cabezota de Lucifer quería seguirme porque según él podía cometer una locura, no se lo permití y cuando llegué a mi apartamento resulta que él me había seguido desde Alemania a Francia y no podía dejarlo en la calle-aunque si quería-así que estuvo conmigo y él desde hace siete años que también se privó de ver a nuestra familia, continuamos nuestros estudios en Francia y a mi me faltaba un año para graduarme de doctor y lo hice, Lucifer se convirtió en un abogado, pero yo de vez en cuando pedía vacaciones para estar todo el día embriagándome o drogándome, o lamentándome.

—¿Estás seguro que no te quieres quedar más tiempo? —pregunta mi hermano interrumpiendo mis pensamientos —solo digo que tres días son muy pocos para alguien que no ha visto a su familia en siet...

—Es demasiado y suficiente —le respondo —agradece que son tres días y no ninguno, no quería venir en primer lugar —sigo —si tanto los extrañas quédate y no me rompas las pelotas.

—Eh, a mí no me hables así —dice defendiéndose —solo te estoy haciendo una perra pregunta-dice enojado —por Dios que sensible estás.

—Ok —digo volteando los ojos mientras saco los audífonos de mi maleta de mano y los coloco en mi teléfono mientras se reproduce Apocalypse de Cigarettes After Sex.

And they just can't say goodbye
Kisses on the foreheads of the lovers
Wrapped in your arms
Siento el picor en mis ojos y decido guardar mis audífonos, entonces veo a mi madre venir a nuestro encuentro, lleva puesto una falda color beige que le llega hasta la rodilla perfectamente pegada a su figura con un suéter blanco de lana y unos tacones del mismo color que la falda.

—¿Cómo llegaron? —pregunta agitada —¿Están bien?, Dios hace tanto que no los veo —dice con un nudo en la garganta abrazándonos, está a nada de llorar —yo.. yo los he extrañado muchísimo mis hijos —dice llorando y se aferra a nosotros como si fuéramos a salir volando —¿Por qué Schein? —dice llorando a mar de lágrimas.

-No quiero hablar de nada, solo quiero ir a ver a papá —digo apartándome de ella y saliendo del aeropuerto, cuando ya estoy fuera, siento una mano que me agarra el antebrazo bruscamente.

—¿Puedes dejar de ser un hijo de puta por primera vez en siete años y saludarme como se debe? —mamá odia decir malas palabras y solo las dice cuando está enojada de verdad, así que debo tragarme el enojo y envolverla con mis brazos y casi de inmediato ella vuelve a llorar.

—Te extrañé... —dice en mi hombro.

—Yo también —respondo seco —ahora me voy, ya van a ser las ocho y quiero dormir —me separo de ella y llamo a un taxi.

—¿Qué haces? —dice cuando ve mis intenciones de llamar al taxi — ¡No! —dice bajando mi mano de un manotón —yo los llevaré a casa —dice seria.

—Lucifer se irá contigo —le aclaro —yo me voy a un hotel, mañana por la mañana iré a casa a ver cómo está papá y pasado me largo, ese fué el trato —miro enojado a Lucifer que está atrás de mi madre —ese fué el trato, ¿O no? —le digo y siento como mi madre me estampa una cachetada que hace arder mi mejilla izquierda —¿¡Se puede saber que mierda le pasa a esta familia que cree que tiene el derecho de hacer conmigo lo que se les dá la puta gana!? —espeto enojado.

—¿¡Qué clase de hijo eres!? —me reclama enojada.

—No quiero regresar ahí —le confieso.

—Lucifer hijo,- llama a mi hermano —sube al auto y espéranos ahí por favor.

—¿Cuál es el auto? —pregunta Lucifer.

—Es el Mercedes Benz blanco que está estacionado en esa esquina —señala mi madre —ten la llave.

—Vale —dice mi hermano y veo cómo se va alejando.

—Tienes que superarla Schein —dice mi madre y me revuelvo incómodo, me incomoda hablar de ella, es como si fuera una herida abierta que no creo que pueda cicatrizar jamás —han pasado siete años desde su accidente, siete años de su muerte-sigue mi madre —¿No crees que ya es hora de seguir?.

—No quiero hablar de ella —digo serio.

—Ven a casa, por favor Schein —me pide y veo como sus ojos van volviéndose más cristalizados.

—Ya deja de llorar —le pido y suspiro pensando en lo que me enfrentaré cuando llegue, pero no me queda de otra, no puedo dejar a mi madre así —bien, iré con ustedes —le digo —pero no quiero que nadie hable de ella o me iré a un hotel —amenazo.

—Nadie habla de ella desde hace mucho, así que no te preocupes por eso —me dice.

—Bien, entonces vamos —le digo dirigiéndome al auto.

El viaje se me hace corto porque me quedo pensando en todos los recuerdos que vendrán a mí, y tan solo pensar en eso me hunde en un pozo en el que no creo poder salir, simplemente la amo tanto que no puedo vivir una vida en la que ella no esté, es horrible y sofocante pensar en que ella murió por mi culpa, culpa que me consume cada que respiro, veo por la ventanilla como llegamos a casa, y viene a mí el primer recuerdo...

—¿Nunca pensaste en que si las personas fuéramos estrellas, tú fueras la que no se ve? —ríe a carcajadas y me doy cuenta que la melodía de su risa me da mil años más de vida.

—¿Es costumbre en ti pensar en tonterías? —pregunto irritándola.

—Eres un amargado de mierda —me dice golpeando mi brazo con un puño, seguido de otro y le respondo el golpe, me mira desafiante y sigue golpeando mientras que yo solo esquivo sus golpes, me empuja y corre hacia mi bicicleta para echarse a andar por la pista.

—¡Eh! —le grito, pero no hace caso —¡Regrésame mi bicicleta niñata! —me veo obligado a seguirla corriendo detrás de ella mientras ella se ríe a carcajadas, va manejando mientras yo la sigo detrás, cuando suelta mi bicicleta de golpe y va a la puerta de entrada de mi casa y entra solo con la bicicleta, intento correr lo más rápido posible cuando me doy cuenta de lo que quiere hacer.

—¡Lisnér, ni lo pienses! —le grito corriendo, pero ella solo ríe —¡Lisnér! —le digo, pero ella presiona el botón y cierra las rejas de mi casa dejándome afuera, cuando llego golpeo las rejas y ella está frente a mí riéndose como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo.

—¿Crees que da risa? —le digo y ella asiente calmandose.

—Joder, es que verte correr detrás de mí fué lo mejor —dice volviendo a reír.

—No corría detrás de ti, corría detrás de mi bicicleta —le aclaro y ella deja de reír.

—Un hombre con más de 30 carro a su disposición solo corría atrás de su bicleta dice cruzándose de brazos.

Iba a responder pero me interrumpió.

—Algún día correrás detrás mío Schein Neumann, algún día- dice agitada.

-Abre las rejas niñata- le respondo obviando lo que si quería responder y ella vuelve a reír.

—¡Schein! —escucho que gritan y pego un salto en mi asiento.

—¿Qué pasa hombre?, joder como gritas —digo fastidiado.

—Pasa que ya llegamos cabrón, apura sal del auto —dice Lucifer y salgo fastidiado.

Mamá toca la puerta de la casa y aparece mi hermano.

—¿Se puede saber que mierda hace este imbécil en la puta puerta de la casa? —dice con enojo.

—El disgusto es mutuo Ethan.

Y así, sin más, siento el puñete que me acaba de dar haciéndome sangrar mi labio inferior.

AmnesiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora