•Capítulo 9•

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Lazos que unen
(Parte 2)
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-Moroha!- le retaba Kagome- tan sutil como tu padre para decir las cosas...- dijo mientras colocaba su mano en su frente.

-Lo siento mamá, pero si no se lo decía así Towa nunca le iba a terminar diciendo...- dijo Moroha en su defensiva.

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Eso fue lo último de lo que hablaron madre e hija frente a las gemelas. Una vez que las hijas de Sesshomaru se marcharon junto a su padre y Jaken, solo quedaron en la cabaña Kaede, Inuyasha, Kagome y Moroha, no pasó mucho tiempo para que Kagome dirija su palabra hacia Kaede. 

-Señora Kaede, ¿Sabe si nuestra cabaña sigue estando en pie?- preguntó Kagome tratando de terminar con aquel silencio medio incómodo. 

-Sí, su cabaña sigue intacta, salvo que las hiervas y la tierra se apoderaron un poco de su hogar- aclaraba Kaede- Pero si quieren pueden quedarse aquí hasta que terminen de limpiar su cabaña- les terminó ofreciendo la señora Kaede. 

-Muchas gracias Señora Kaede, pero supongo que conque limpiemos el interior ya podremos pasar la noche allí- decía Kagome mientras le dirigía una sonrisa a la anciana. 

-Creo que ya es hora que nos marchemos Kagome- le habló Inuyasha a su esposa. 

Una vez dichas esas palabras por parte de Inuyasha, la pareja comenzó a marcharse pero al salir de la cabaña notaron que su hija no los seguía. Ambos se sorprendieron, pensaron que su hija los seguiría, pero no fue así... Inuyasha se dio la vuelta para poder ver a su hija y dirigirle la palabra.

-Moroha, ¿Por qué no vienes?- preguntó su padre medio preocupado. 

-¿Ocurre algo Moroha?- le preguntó su madre preocupada mientras se acercaba a su hija y la tomaba de sus hombros. 

-¿Es correcto que vaya? No quiero incomodarlos... además si no llego temprano a la casa del viejo Jyubei mandará al tonto de Takechiyo- decía Moroha con cierta pesadez en su voz.

-Moroha, eres nuestra hija. Por más no hayamos estado estos 14 años contigo, eres nuestra hija, te amamos con todas nuestras fuerzas y tu lugar es al lado de nosotros...- aclaraba Kagome de la manera más dulce hacia su hija- y además ¿Quiénes son esas personas? ¿Por qué vives con ellos?- preguntaba preocupada Kagome. 

-El señor Jyubei es un caza recompezas, trabajo y vivo con él... todo para pagar la deuda que me dejó mi maestra y el estúpido de Takechiyo también trabaja con Jyubei, pero tiene ciertos privilegios...- aclaró Moroha. 

Tanto Kagome como Inuyasha no daban crédito a lo que su hija estaba contándoles, ellos recordaban haberla dejado a cargo de Koga, ¿Cómo pasó su hija a manos de esa persona irresponsable que se hacía llamar maestra? ¿Por qué está pagando una deuda que no lo corresponde? No hizo falta que la pareja lo diga pero sabían perfectamente que debían hablar con Koga y pedirle una muy buena explicación.

-¿Cómo ocurrió eso? ¿¡Cómo lo permitió ese lobo sarnoso de Koga?! ¿Dónde está tu maestra?- preguntaba alterado Inuyasha.

-Papá... es una historia media larga, mi maestra se llamaba Yawaragi y no hace mucho tiempo que murió en una batalla contra Konton. Ella quería que aprendiera a usar bien su espada- decía Moroha mientras sujetaba su espada- esta espada que llevo conmigo era de ella...- terminó diciendo con nostalgia en su voz. 

-Lo lamento hija...- le dijo Inuyasha mientras abrazaba a su hija en modo de consuelo. 

Un pequeño silencio se formó, pero no era para nada incómodo, Kagome era una espectadora de aquel bello momento de padre e hija. Se sintió un poco mal por tener que interrumpir aquel momento pero se acercó y colocó su mano en la cabeza de su hija mientras la acariciaba. 

Setsuna's LullabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora