Como Acenix se convirtió en mitad gato

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– D-disculpa, ¿Qué es eso? – preguntó un castaño.

– Agh⁓, Acenix, ¿Qué te importa?

– Oye, solo quiero saber qué es esa sustancia negra que está en tu mano. 

– ... – le ignoró y comenzó a caminar.

– ¡No es normal ver gelatina negra en la mano de alguien! – le siguió.

– No seas tan curioso.

– ¿Vas al bosque?

– Sí, pero tú vete a casa. – le repelió.

– Oh vamos, somos amigos.

– No, no lo somos.

– No seas orgulloso.

El contrario suspiró con exasperación.

– Ya, Acenix, a casa. 

– ¿Por qué siempre entras solo al bosque?

– ¡Vete!

– ... Ok. – dio media vuelta.

Pero no tardó mucho en detenerse y comenzar a seguir al otro chico. La curiosidad le ganaba. 

Cada vez se sumergían más en el bosque. Grande fue su sorpresa al verle traspasar una enredadera. Hizo lo mismo con algo de desconfianza.

Vio de repente como se levantaba del suelo y volaba, como buscando algo entre todo el musgo de la pared de roca. Acenix casi se desmaya, era irreal. Le vio sacar un frasquito. 

– ¡ACENIX! – gritó al notar su presencia de repente.

– ¡¿AH?! 

– ... Jeje⁓... Mira, he estado preparando esto por meses. – se refirió al frasco. – es para transformar en animales a las personas, ¿no suena interesante?

– ¿De qué hablas? eso es imposible.

– La curiosidad mató al gato, querido Acenix. – le tiró el frasco a los pies, causando su rotura y la expansión del líquido en pequeñas gotitas que se dispersaron cerca del mencionado. 

Comenzó con un pequeño degradé; en menos de 10 segundos su castaño pelo era gris y sus ojos se habían vuelto los de un felino.

– ¡¿Qué me hiciste?! – se sentía raro.

– Ahora eres mitad gato. – rio. – eso te pasa por curioso.

– ¿¡CÓMO?! – notó sus dientes más filosos de lo normal. – ...

– Tendrás que comer ratas de ahora en más. – no podía contener las carcajadas.

– ... – de un momento a otro todo lo felino menos los ojos y el color del pelo desaparecieron.

– ¿Eh? ¿pero qué pasó? ¿Qué hice mal?

– ¡Deshace el hechizo!

– No se puede.

– ¿Qué? pero... – le salió una cola, que logró quitar al rato de intentar.

– Ah, ya veo. Te destransformas y transformas, sigues siendo mitad humano. – bufó. – no era lo que esperaba pero está interesante.

– ... ¿Qué te asegura que no delate tus poderes?

– Que eres mitad gato.

– Argh⁓... hijo de puta.

No le quedaba de otra que seguir así con su vida. No fue hasta que conoció a Víctor que algo cambió y ya todo parecía menos penoso. Vivir mitad gato no es muy bonito y menos si estás solo.

Lo que no se contó de "Entre vampiros..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora