Capítulo XI

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- Despierta, no he terminado de follarte... - Sus palabras me hacen reaccionar.

¿Qué?

- ¿Dónde me llevas? - Pregunté con aletargamiento en mis ojos.

- A la ducha. Estás muy sucio...

- ¿No te gusto así? - Indagué vacilante.

- Yo soy el que quiere ensuciarte, Stiles... - Responde ocultando una sonrisa juguetona por su serio e insaciable rostro.

- ¿Quiere un segundo asalto?

- ¿Asalto?

- Si... - Musité dejando que la simple palabra se esparciese como un suave aroma embaucador.

- Cuidado Stiles.... - Advirtió con oscuros pensamientos. - O tendré que castigarte.

- ¿Qué me harás? - Dije al encender mi curiosidad.

- Si supieras...

*****

El agua se vertía con fuerza sobre la gran tina cuadrada de mármol travertino e hierro fundido. Los vapores ascendentes del agua caliente inundaban aquella gran estancia sumergida en la espesura de una abrasadora niebla.

Mientras que yo me aproximaba con la sabana de la cama del Cuarto del Triskel hacia el gran espejo liquido de la bañera, Derek y sus pantalones de cuero buscaban en el armario entre la variedad de productos de limpieza.

- ¿Y ese tatuaje? - Pregunto.

No me había dado cuenta de que en la espalda tenía el Triskel tatuado.

- Entra, Stiles... - Me ordena en un susurro que parece incitar al pecado.

Dejo caer la sabana, que se desliza sobre mis hombros y acaricia toda mi piel.

Con mucho cuidado, mi pie derecho rompe el cristal y se hunde en el agua caliente. Permanezco en pie cuando consigo meter el otro, pero muy despacio me agacho y entro completamente en ella. Sentado me llega el agua casi a la altura de los hombros.

Me giro a mirar una vez más el cuerpo de Derek.

Ya no lleva pantalones...

Cuando cierra el grifo, añade unas sales de baño que hacen que el agua adopte un tono rojo intenso. Es como si las pequeñas cápsulas se desangrasen por toda la tina.

Ambos nos miramos fijamente, hechizados el uno del otro mientras Derek se hunde en la sangre que baña mi cuerpo. El agua roja rebosa con nuestros movimientos.

A él le cubre un poco más abajo, al comienzo de sus bíceps.

- ¿Te duele? - Musita con cierto aire malvado.

- ¿El qué? ¡Ah! - Arqueo la espalda totalmente sorprendido cuando su mano me acaricia con fuerza entre mis nalgas.

Se detiene y abre un pequeño recipiente con aceite de baño.

Cuando sus manos quedan impregnadas por el aceitoso liquido, me hace subir a horcajadas sobre sus piernas. Notamos nuestras erecciones y mi pulso se acelera.

Una de sus manos me acaricia las nalgas formando círculos y la otra me aprisiona sobre el húmedo torso de Derek.

Las corrientes hacen desbordar un poco más de sangre.

- Te quiero, Stiles. No puedo dejar de pensar en tí ni un solo instante de mi vida.

Y antes de que yo pueda pronunciar alguna palabra, un beso intenso y apasionado, me hace olvidar todo y caer en un mundo lleno de deseo por este hombre al que tanto amo.

50 Triskeles: De Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora