Capítulo I

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Mi nombre es Stiles, Stiles Stilinski... Se que suena un poco repetitivo, pero así me llamo. Tengo veintiún años y acabo de mudarme a Beacon Hills, en California. No conozco a nadie aquí. Bueno... Está Scott, mi gran amigo, mi hermano se podría decir.

Soy alegre, extrovertido, sarcástico, inocente, analítico y un poco bobalicón. No termina de gustarme esa palabra... Me gusta el Ajedrez, contemplar el cielo nocturno, la música y los videojuegos. Y luego está mi amor, mi Jeep color celeste. Un poco gastado, pero se puede conducir. Ahora mismo no pienso en tener una relación cerrada, tampoco es algo que me preocupe. "Tiempo a el tiempo"

Son las 02:46 de la noche. No hay nadie en la calle, ni coches. Sólo uno: Un Chevrolet Camaro negro brillante. Es impresionante. Acabo de llegar y lo que menos me apetece en este instante es tener que descargar las últimas cajas de la mudanza. Sólo quiero tirarme en el sofá a dormir porque no creo que tenga ni fuerzas para subir a la planta de arriba.

La casa es un Chalet adosado de dos plantas. Tiene un jardín asequible, no necesito tanto espacio, tan solo un sitio donde vivir y mantenerme. En cuanto al diseño, es de piedra rugosa de color anaranjado. Las tejas son de un tono rojizo, algunas un poco negras por la suciedad. Dos escalones llevan a la entrada, por una puerta de madera oscura. La casa tiene una forma rectangular, pero en la esquina derecha que mira hacia la calle, parece tener incrustado una torreta octogonal. Las ventanas son de tamaño medio, no tienen balcones ni son grandes. Tiene una chimenea que sobresale por el tejado. Parece una casa de urbanización, con respecto a las otras. Son parecidas, pero la forma y el color son diferentes en cada una.

Llego a la puerta. "Mierda, las llaves, están en el coche". Mi subconsciente me regaña por la absurda ida. Tengo excusa, estoy cansado, pero no le sirve de mucho esas palabras. Vuelvo al coche, comparando mi Jeep celeste y un tanto oxidado con el impresionante Chevrolet Camaro SS. Sin duda alguien con pasta. ¡Hasta los cristales parecen tintados! Como con un color violeta degradado y descendente. Bueno, uno de ellos tiene una mancha oscura en la zona del conductor... "Espera, ¿Es la silueta de alguien?". Me topo con mi Jeep, y mi vista se desconcentra. "No deberías hacer varias cosas a la vez". Me sermonea mi subconsciente. Levanto la vista de mi rodilla golpeada. En el coche ya no hay silueta. Ahora si que tengo ganas de entrar en mi casa y encerrarme en mi habitación. Cojo las llaves y vuelvo a mi guarida de piedra.

Por dentro, la casa también tiene un aspecto cálido y acogedor. Todo el suelo es de madera noble, excepto la cocina y los dos baños. En ella solo hay una mesilla de cristal con tres patas plateadas que dan vueltas formando una espiral hasta llegar arriba. También un perchero de pié color negro y una alfombra de dos tonos que se difunden. Por fuera es naranja y en el centro amarilla. Y por último, una escalera de madera que lleva a la segunda planta. Al frente, da a la cocina, de cerámica blanca y paredes color vainilla. Esta, se une luego a el comedor. Una sala de tamaño medio con chimenea. Las paredes son de madera, como una taberna, pero con un tono más claro. En la esquina octogonal, se sitúa un pequeño minibar de bebidas frías, hasta abrasa gargantas. La chimenea es grande y muy cálida. El borde está rodeado de azulejos de mármol de un tamaño considerable. Dos columnas coríntias se sitúan a cada lateral de ella. Es preciosa.

El comedor se une a la entrada por la parte derecha. A la izquierda, se lleva a el salón. Es bastante grande. Cubre el comedor y media cocina. La otra mitad lo ocupa el baño, que se sitúa al fondo de la estancia. Las paredes son de madera, Un revestimiento oscuro como el chocolate. Se reparten como láminas uniformes, cada una con una proporción aúrea diferente. Todas situadas con exactitud y en posiciones específicas. El salón tiene dos zonas: La principal, con un sofá Kivik de tres plazas, y un color carbón. Y después está la de entretenimiento, con una mesa de cristal negro y unas sillas grises con estructura metálica. Delante de el sofá hay un plasma de pared de unas treinta pulgadas. Entre ambos, una mesilla negra por la derecha y blanca en la izquierda. Una posible metáfora sobre la luz y la oscuridad. Dando la espalda a la entrada, entre el sofá y el plasma, también hay un sillón a juego con el sofá.

50 Triskeles: De Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora