Capítulo XVIII

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- ¿Cuánto le debo?

- Quédese el dinero. - Contesta con sequedad el taxista. Está sudando por los nervios. - Le hará falta para salir de este lugar.

¿Qué? ¿A qué viene eso?

Las ruedas del taxi chirrían sobre la carretera de grava y tierra, dejando las marcas de los neumáticos y levantando una gran nube de polvo al acelerar.

Toso y me limpio los ojos.

Menudo tío...

Busco mi móvil para ver una vez más como es el hotel.

El aspecto es bastante bueno.

Ocupa una gran extensión de terreno en el que el edificio se dispone en U, entrando por la zona media exterior. Se divide en dos zonas, la izquierda y la derecha, que rodean la piscina.

Dos plantas: la baja y la primera o superior, con unas quince habitaciones por pasillo.

Habrá unas sesenta habitaciones en total...

Pintura de tonalidades cálidas, mayormente anaranjado. Tejas con un color rojo ladrillo y, por dentro de la U, un paseo vallado que recorre todo el hotel y da a las habitaciones interiores a modo de pasillo.

Luego están los servicios...

Amplio aparcamiento, restaurante, televisión por cable, atención al cliente, aire acondicionado o ventiladores, agua caliente las veinticuatro horas. Por supuesto, piscina...

"¡Y Wi-Fi gratis!"

Si tiene Wi-Fi, es perfecto.

Vuelvo a guardar el móvil y busco un cartel que me indique que este es el hotel.

En la esquina derecha, por la pared del edificio, brillan unos tubos fluorescentes. Algunas de las luces parpadean a destiempo, o están completamente fundidas, pero se lee costosamente el nombre.

"La Quinta Hotel Puerto Arturo"

 Me acerco con las dos maletas y la mochila a la entrada.

"Se parece al de la imagen, pero se ve que no ha sido reparado..."

Mientras me acerco, miro el aspecto:

Pintura gastada y comida por la humedad, ventanas rotas, vallas y barrotes oxidados. Luces fundidas, quemadas o directamente sin bombillas. Arboles secos y mustios, roídos por la vejez. Baldosas y paseos de piedra rotas. Aparcamiento amplio y libre.

Tan libre, que solo hay dos coches en todo el aparcamiento.

Alguna que otra teja desprendida y rota en pedazos cerca de la pared del hotel...

¡Y no pillo ninguna señal de Wi-Fi!

- Buenas noches, señor Stilinski. - Me saluda el recepcionista con una cálida sonrisa.

- ¿Cómo me ha reconocido?

- Hoy era cuando llegaba al hotel. - Responde el joven.

Tiene el pelo oscuro con un corte medio-corto. Piel morena, muy bien bronceada. Cejas algo pobladas y perfectamente recortadas. Ojos marrones y algo rasgados. Labios finos con una perfecta sonrisa. Edad... yo diría que unos veinti pocos...

- Pasillo superior izquierdo. Habitación veinticuatro.

- Oh, si... Gracias. - Me cede la llave. - Una pregunta más. ¿La señal Wi-Fi llega a todo el hotel?

- No. - Contesta tajante con adustez y sin hacer ningún gesto para mantener la misma sonrisa. - Habitación veinticuatro.

- ¿Y dónde podría...?

50 Triskeles: De Hale.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora