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La pelinegra muerde su labio inferior nerviosa cuando siente la atenta mirada de su padre frente a ella.
Pensando una y otra vez si era buena decirle, pero después de tanto analizarlo; él era su padre después de todo.
Además, decírselo a Johnny no era una posibilidad; el rubio emprendería un extraño y misterioso viaje –al menos eso fue lo único que le dijo después de una desconocida llamada–el viernes.
—El viernes—Responde sin contarle el verdadera motivo—Necesito ayuda, y no se sabía como pedirla hasta ahora.
Noah asiente y suspira
—¿Eso puede esperar? —Pregunta por educación, por supuesto que podía esperar; piensa
¿Qué responsabilidad tendría una adolescente como su hija?
—No—Musita al instante y sin dudar, esperanzada.
—Atarah, realmente me encantaría—Comunica sin apartar la mirada de su hija, y dentro de ella; un alivio se produce, tal vez si podría contarle a su padre—Pero tengo un compromiso con Erika
La menor mira al suelo y niega molesta, sabía que era una mala idea; solo estaba ahí por esa estúpida chispa de esperanza que al final terminó siendo nada.
—No puedo Atarah, no el viernes, ¿Por qué no le dices a Johnny?—Pregunta con el ceño fruncido, tratando de comprender por qué ella estaba ahí.
—¿Estás eligiendolas antes que a mi otra vez?—Murmura por lo bajo, y sintió como las palabras dolían al ser pronunciadas.
Una presión se forma en su faringe; al mismo tiempo su visión se nubla un poco pero cierra sus ojos para no soltar lágrima alguna, no lo haría.
No por él.
Mucho menos por ellas.
—No estoy eligiéndolas, Atarah—Se excusa a la defensiva, si algo había heredado la Duke era el mismo carácter de su padre.
No quedarse callado.
—¡Lo estas haciendo!—Exclama molesta
—¡Estoy tratando de hacer las cosas bien por ellas y por ti!—Interrumpe frustrado, y más alto que su hija para que esta lo escuchase.
—Seguramente ellas te lo agradecen—Manifiesta con sarcasmo, y por instinto, una chispa se prende en el adulto.
—¡Bueno, ellas no fueron quienes escaparon de casa!—Reitera sin pensar, y a los segundos cae en su error—Atarah...
—¡Aléjate de mi!—Exclama, alejando las manos de su padre cuando este amenaza con acercarse a ella.
El susodicho levanta sus manos y retrocede para darle espacio; verla era como verse a si mismo, y ahora se lamentaba por no controlarse.
