—¿Haz hablado con él?—Pregunta Johnny vagamente, y la adolescente solo baja la mirada.
El adulto no quería tocar un tema sensible; pero después de New York, creía rotundamente que las cosas entre Noah y Atarah debían mejorar.
Sobre todo con lo que descubrieron en la ciudad.
—No lo ha intentando, y yo tampoco...—Pronuncia por lo bajo, antes de tragar saliva—Yo tampoco he intentando algo.
—Hey, escucha—El rubio se acerca a su pupila para colocar su mano derecha sobre el hombro de la misma y ganar su atención—Está bien, ¿De acuerdo?—murmura de forma paternal y comprensiva—Ahora, ¿Por qué no me ayudas a prepararme para mi cita, mocosa?
Atarah asiente con una leve sonrisa, su Sensei si sabía como pasar de la incómoda a la diversión.
Si había algo de lo que no quería hablar era de su padre, quién después de una semana a otra recordó que tenía una hija.
La pelinegra continua buscando en el armario del adulto, definitivamente iría a comprarle ropa después de esto.
Jeans desgastados y camisas de bandas ochenteras no estaban mal, pero si Sensei debía cambiar de estilo si quería estar con la señora Diaz.
Atarah suelta un silbido cual diseñadora orgullosa de su creación, frente a ella posaba un nuevo Johnny Lawrence haciendo una extraña pose anticuada de modelo.
Una hora de constantes quejas de su Sensei valieron la pena, y aunque era su mayor creación, el estilo seguia siendo ambiguo pero presentable.
—¿No es demasiado?—Pregunta el adulto preocupado después de dar una vuelta sobre su eje
—Créame Sensei, a la señora Diaz se desmayará cuando lo vea... si no lo hace usted primero al verla—Bromea con una sonrisa, ganandose otra queja de rubio.
Pero Johnny Lawrence sabía que la menor tenía razón, tan solo fon tener a la madre de su otro pupilo cerca le causaba tantas cosas.
—Ahora, andando—Señala con la cabeza la pelinegra en dirección a la puerta—No queremos que Miguel se entere aún
Johnny asiente antes de mirarae por ultima vez y empezar a caminar hacia la salida, sin embargo; a tan solo segundo de posicionar su mano en el picaporte, el adulto se detiene para pronunciar el nombre de Atarah mientras se volteaba hacia la misma.
Los claros orbes de la neoyorquina examinaron confundidamente al rubio, expectante a que terminara su oración.
—Estás intentando ser feliz, y deberías estar orgullosa de eso...porque se que yo lo estoy—Confiesa para sopresa de la adolescente, quién lo observa fijamente—Ahora, no hagas nada que yo no haría en esa fiesta, mocosa, aobre todo cuando las clases inician la próxima semana.
Atarah sonríe burlonamente, ¿A Johnny Lawrence le preocupaba la escuela?
Aunque si era sincera, no pudo sentirse bien ante las palabras de su sensei; era bueno saber que alguien se preocupaba por ella.
Sobre todo despúes de la última semana.
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