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—Sabes, creí que haber logrado que te quedaras en mi casa y traerte a la escuela due suficiente para que me perdonaras, pero ahora me ignoras—se queja el castaño, cuando la pelinegra en la silla junto a él evita mirarlo.
—Solo estoy pensando, Liam—Se queja la neoyoriquina, aunque había algo de cierto en sus palabras, le debía una conversación después de ayer, pero agradecerle por salvarla de la policia fue suficiente por el momento
—¿Acaso en alguno de esos raros del pueblo?—Pregunta el chico sin esconder sus celos, conocía a su ex-novia, y sabía lo mucho que llegaban a importarle las personas, pero no sabía hasta que punto llegaban de hacerlo alguno de esos chicos.
—¿Celoso?—Se burla con una sonrisa, y con interés coloca su codo sobre el pupitre de la pesa para colocarse en una mejor posición y mirar al neoyorquina.
—Si claro—Responde con sarcasmo fingido, por supuesto que lo estaba, ¿Cómo no estarlo cuando él podía estar con ella si Atarah se lo decía?
—Da igual, estoy preocupada por Tory—Murmura, pero evidentemente Liam no sabía quién era la susodicha, solo llevaba menos de cinco días en el lugar, no podían culparlo—La rubia, novia de Miguel... luego la conocerás, no responde sus mensajes y nos preocupa, no es bueno para el primer día.
—Pues mi hermana no quizo asistir en su primer—Apoya Liam para tratar de tranquilizarla, pero la de ojos verdes niega.
Tory no era así.
—Oye, ¿Qué?...tu no deberías estar aquí. No—Ambos pausan su conversación cuando una extraña interferencia se escucha en el reporte matutino de una alumna por los altavoces del salón—¡Devuelvemelo!
Liam frunce el ceño hacia una muy concentrada Atarah.
—No puedes...
—Samantha LaRusso...
—¿Esa es...?—Cuestiona el castaño, pero es silenciado por la de ojos verdes—Asumiré que si.
—Sé lo que hiciste y lo pagarás muy caro, ¡Voy por ti, perra!—Declara segundos antes que la campana de receso sonara por toda la escuela.
Pero Atarah se olvidó de todo en el salón, incluso de Liam, y sin más fue la primera en salir a toda velocidad del aula de sociología.
Samantha LaRusso no le importaba en lo que a ella respecta, pero Tory si, y no permitiría que se auto-saboteara de esa manera después de toda la mierda que ha pasado.
Atarah no sabía a que velocidad corría, de hecho le sorprendía lo rápido que llegó al circulo de personas, que poco tardó en deducir que en el medio estarían las creadoras de la cotilla.
