Capítulo 7- Supervivencia

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Me concentré en un sólo punto, su garganta.

En ese momento no pensé en nada más que en matar a aquel animal. Si lo hacía podría conseguir dos cosas.

La primera, defenderme de él y no acabar siendo carroña después de haber sobrevivido a tantas cosas.

La segunda, tal vez podría alimentarme de él. Si pudiera y hubieran más de su especie en este planeta, podría vivir durante unos años allí, al menos hasta encontrar una salida o ser salvada.

Al tener el objetivo totalmente visualizado, no me lo pensé más y lancé la flecha, bueno, más bien la rama.

Tenía miedo a que no resistiese pero milagrosamente consiguió atravesar al animal con éxito.

Él cayó repentinamente al suelo y empezó a derramar sangre, bueno... o eso creía, ya que era un líquido azul, pero no le di importancia ya que al fin y al cabo estaba en otro planeta. ¿Qué me esperaba?

Estaba hambrienta pero obviamente no me podía comer eso crudo, así que decidí sacarle provecho a las llamas de mi cápsula, las cuales seguían prendidas. Arranqué varias ramas de los árboles más cercanos que tenía y las prendí con las mismas llamas.

Pero aún me faltaba algo, necesitaba un soporte para poner al animal en el fuego, ya que obviamente no lo iba a meter dentro ya que se quemaría

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Pero aún me faltaba algo, necesitaba un soporte para poner al animal en el fuego, ya que obviamente no lo iba a meter dentro ya que se quemaría. Cómo ya os supondréis, arranqué cinco ramas, cada una de diferentes árboles.

Una de ellas se la clavé al animal, por los dos extremos de la misma até las otras cuatro (Con los hilos sobrantes del arco), dos a cada lado para que aguantase de pie ) y lo puse encima del fuego.

Sólo me quedaba esperar, yo no nunca fui muy amante de la carne, ver a ese animal cocinándose cuándo lo había matado yo no me gustaba nada, pero era mi única esperanza para sobrevivir.

Lo malo es que no estaba sólo hambrienta, sino que notaba mi garganta muy seca.

-Buena cuándo coma iré a buscar agua, ahora no dejaré el fuego sólo- Me dije a mi misma en voz alta, total, nadie me iba a escuchar.

El tiempo pasaba y ese lugar seguía en silencio, no se escuchaba ni el sonido de ningún minúsculo ser vivo, era impresionante.

Durante la espera de la comida, yo llegué hasta contar las hojas de loa árboles en ese lugar. había al rededor de 300, unas 60 por cada árbol, entones, cuándo se me dio por revisar al animal, ya estaba totalmente hecho, o eso creía, tampoco era una excelente cocinera.

Desmonté la estructura que le había hecho, lo saqué del palo y sin pensármelo dos veces le pequé un mordisco.

Se notaba que estaba totalmente hambrienta, ya que una persona en su sano juicio no se comería una especie totalmente desconocida que tenía sangre azul.

Pero yo si.

The Universal EndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora