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Ambos seguían mirando el atardecer, el sol prácticamente se había ido, ahora solo quedaba oscuridad, únicamente eran iluminados por la luz lunar, Jaebum miro una vez más a su omega, Jae no paraba de mirar los árboles de otoño que eran ligeramente movidos por el viento, ninguno dijo ninguna palabra hasta entonces, querían conservar ese maravilloso y significativo silencio.

- ¿Porque no puedo tener cosas bonitas como todos los demás? ¿Porque no puedo ser feliz y tener una buena vida, como todos los demás...?- de nuevo recito Jae con una sonrisa, una sonrisa que para nada era de felicidad, era agotamiento y dolor.

Jaebum se limitó a no responder, miró hacia delante y caminó hasta estar frente de su amado, la desesperación se estaba apoderando de su cuerpo, no pudo más y se dejó caer de rodillas apoyando su cabeza sobre el regazo de Jae, llorando silenciosamente.

- Como desearía que esto fuera solamente un mal sueño, Youngjae, quiero despertar...- El azabache estaba acostumbrándose a la idea de no tener a Jae a su lado, necesitaba sacar todos esos sentimientos reprimidos

- Te hice un regalo, Jaebum, lo coloqué en un lugar especial, ve a ese lugar cuando estés listo, ¿okay? - el castaño seco las lágrimas de su contrario besando sus mejillas, Jae se sentía débil, su respiración era más lenta de lo común, ¿acaso?...

- Jaebum, cariño, regresemos ¿si?, no me siento bien - dejo un último beso en los pálidos labios del azabache, alejándose y cubriéndose con su chaqueta

[Momento en el que deben escuchar la canción para que todo tenga sentido🧘🏻🧘🏻]

Y así es como los dos chicos regresaron, sin duda habían pasado uno de sus mejores momentos

Ahora Jae estaba recostado sobre la camilla, con sus ojos levemente cerrados, sostenía la mano de su alfa con la poca fuerza que le quedaba

- ¿Quieres dormir un poco Jaebum? - preguntó el pequeño con una sonrisa estirando sus brazos para que el mayor pudiera acurrucarse con el, el más alto sin duda alguna asintió y se acercó aferrándose a su amado con fuerza, la cabeza del azabache estaba encima del pecho del pequeño, Jaebum podía sentir de nuevo su respiración, algo calmada, tal calmada que parecía que su pequeño se encontraba dormido.

Jaebum se relajo apoyando su cabeza en el hueco del cuello de Jae, el azabache miro a los lejos suspirando. Su mano sostenía uno de los delgados brazos de Youngjae, y su pulgar ocasionalmente se frotaba para consolarlo un poco tan siquiera, ambos compartían esa manta azul que Jae tenía desde lo primeros días en el hospital, ambos se mantenían calientes debajo de ella. Jaebum yacía ahí, callado, escuchando la calmada respiración del pequeño

- Sabes Jae, no me arrepiento de haberte conocido, aunque anteriormente me repetía en mi cabeza una y otra vez que hubiera sido mejor si jamás nos hubiéramos conocido, pero ahora ya no pienso de esa forma, Gracias Youngjae, estoy muy feliz de haberte conocido- Jaebum hizo una larga pausa y no dijo nada por un momento, pero luego volvió a hablar

-Entonces, Gracias Jae por aparecer en mi vida, Gracias por ser mi compañero en el colegio, gracias por estos momentos inolvidables, se guardarán en mi corazón hasta mi último suspiro-

Jaebum pudo sentir el débil y enfermo brazo de su amado en su cabeza acariciando sus cabellos, aturdido por lo antes mencionado, el azache le miro por última vez con una enorme sonrisa

- Buenas noches Jae, descansa ¿si? -

y fue así como Jaebum cerró sus ojos quedando profundamente dormido.

Llegó el amanecer, Jaebum abrió los ojos gracias a los rayos de sol en su rostro, no se movió, y Youngjae tampoco lo hizo, así que mantuvo los ojos entrecerrados, aferrándose a la falsa esperanza de que Youngjae no se moviera porque no quería despertarlo, pero ese no era el caso de Jaebum. Simplemente no quería aceptarlo.

Jaebum estiro su brazo completamente tembloroso y tomo la mano de su amado, una mano fría, la mano de Jaebum temblaba más fuerte con cada segundo que pasaba, era como si el maldito movimiento haría que Youngjae despertara, Jaebum se enterró en el hueco del cuello de Jae, en busca de un olor y calor familiar, pero simplemente no había nada, por más que olisqueaba no podía encontrar ese aroma a cítricos que le caracterizaba, Jaebum busco en cuello del omega, pero ya no había pulso.

En ese momento las lágrimas no cesaban, el hombre quería aferrarse a la idea de que su amado aún seguía ahí, que aún seguía durmiendo, o fingía estarlo, las lágrimas empaparon el cuerpo del pequeño que yacía ahí, pálido, enfermo, muerto.

Jaebum quería gritar, quería gritar con todas sus fuerzas, pero no había voz, todo era un sentimiento surrealista que no podría describir ni en un millón de años, miró el cuerpo sin vida del pequeño, lo abrazó con tantas fuerzas que amenazaba con aplastarlo, estaba devastado.

El azabache no quiso llamar a los médicos ni a las enfermeras, porque sabía que el momento que vieran el cuerpo, le quitarían lo más preciado en su vida, su cuerpo se sacudía con cada sollozo, el alfa mantuvo su rostro en cuello de Jae, inhalando lo último que quedaba del amor de su vida.

𝖫𝖾𝗆𝗈𝗇 𝖡𝗈𝗒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora