𝖫𝖾𝗆𝗈𝗇 𝖡𝗈𝗒

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Jaebum salió del hospital, sabía que seguir ahí y aferrarse a algo que jamás regresaría era algo completamente detestable, el hombre caminó sin mirar atrás ni un segundo, el dolor era incomprensible, no tendría las agallas para mirarlo de nuevo, mirar ese semblante frío que una vez no era más que felicidad, se sentía culpable de lo último que dijo, tal vez y solo tal vez si hubiera sabido que esas habrían sido sus últimas palabras, quizá las hubiera escogido con más cuidado.

Las cosas más bellas de este mundo no se pueden ver ni oír, si no que deben sentirse en el corazón, aveces la vida sin amor es como un árbol sin flores ni frutos, es mejor haber sido amado y perdido, que no haber sido amado en lo absoluto, Jaebum se encontraba caminando solo, con la manta color azul entre sus brazos, el olor de Jae se mezclaba con el suyo, el hombre suspiró imaginando de nuevo los últimos momentos del pequeño, pensando que debió ser horriblemente doloroso para el morir de esa forma, morir mientras el se encontraba dormido pacíficamente.

Probablemente la madre de Jae se encontraba llorando desconsoladamente en ese frío cuarto de hospital, algo que definitivamente se negaría a ver, tenía llamadas en su teléfono, incontables llamadas de Mark y Jackson, además de mensajes preguntando si estaba bien, o que si sabia de lo sucedido, aún estaba sumergido en un sentimiento irreal.

- Hey...- por fin el azabache se dignó a contestar una de las llamadas de Jackson

- Hey!, oi, JB?????? ¿Estás bien? ¿Porque no nos avisaste? ¿Vendrás al hospital de nuevo? - y el energético hombre seguía y seguía, al parecer el se había acostumbrado totalitario a la idea de que Youngjae se había ido para siempre, pero el definitivamente no lo había hecho

- Oh, claro que lo sé, no te preocupes, hablamos luego-

Lo único que Jaebum deseaba era que el tiempo se hubiese detenido, que esa noche no terminase jamás, que Jae nunca se alejase de él, que su voz se repitiera una y otra vez y siguiese para siempre, pido muy poca cosa y juro que no exigiré nada más en la vida.

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Dos semanas habían pasado, no había entrado a su habitación desde entonces, todo ese tiempo se dignó a deambular con su corazón totalmente destrozado, pero ahora se encontraba ahí, frente a esa habitación de madera y donde había vivido momentos inolvidables, Jaebum tomó la manija de esa puerta. Tenía que enfrentarse a ello, después de todo sabía que ahí dentro estaban las únicas cosa que le quedaban de Youngjae.

Giro esa manija, era demasiado doloroso, esas dos semanas no habían sido suficiente tiempo para escapar de la realidad.

Empujó la puerta, era ahora o nunca.

Las cortinas estaban cerradas, todo dentro de esa desordenada habitación era oscuridad, y en la cama había una chaqueta, una chaqueta que Jae olvidó ese día, aún seguía ahí, intacta.

Con las manos temblorosas y lágrimas amenazando con salir una vez más, Jaebum se lanzó a la cama, mirando el techo de la habitación y con su mano abrió un cajón de su mesita de noche dentro de él, sabía perfectamente que se encontraba una pequeña caja color amarillo, no sabía que hacer, la vida no te traía un manual de cómo procesar la pérdida de todo su universo, el azabache no deseaba nada más que Jae estuviera ahí, tomando su mano.

[Ya saben lo que tienen que hacer aquí verdad???????, bueno, escúchenla😝😝]