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Atenea


El clima en la ciudad cada vez es más frío y las calles se ven más sombrías. De por sí, en nuestro pueblo todo el mundo es tranquilo, con el mínimo viento frígido todas las familias deciden no salir de casa solo para lo necesario.

Yo al menos pude pegar ojo algunas horas en el banco del parque. Aunque me duele cada extremidad por la mala posición de mi cuerpo en ese lugar tan incómodo. Jason no durmió nada, estuvo toda la madrugada vigilando que nadie se acercara a nosotros y cuidándome del frío.

Tenemos hambre, ninguno de los dos tiene ni un céntimo para comprar algo de comer. Tengo esperanzas de que en el departamento al que vamos haya al menos algo en el refrigerador para poder llenarnos.

En ese aspecto me importa mucho más él, su cuerpo esta falta de medicamentos y si no se alimenta puede perder aún más fuerza y en el peor de los casos, regresará al hospital.

Ambos caminamos a pasos lentos hasta llegar al lugar, estamos justos en la hora que nos pidió el dueño que estuviéramos.

Miré a mi alrededor, está aislado como nos dijo. Solo hay un edificio que tiene solo dos pisos, el que alquilaremos y otro que, según el hombre, está inhabilitado.

—Préstame tu celular para avisarle que estamos aquí... —metí mi mano en el bolsillo del pantalón, pero antes de poder sacar el celular alguien habló interrumpiéndome.

—Hola chicos, —es la voz de una chica. Y cómo nos llamó, ambos nos volteamos— ¿Son ustedes lo...

Me quedé estupefacta al ver quién era. Giré mi cabeza hacia mi novio y me topé con la misma reacción de asombro. ¿Qué hace ella aquí? ¿No se supone que el señor vendría a por nosotros? No entiendo nada, simplemente me limité a observarla durante unos minutos.

—Jason... —dice ella. Y por alguna razón, todos mis sentidos se activaron de mala manera al escuchar el nombre de él en la boca de ella.

—Hannah, ¿qué haces tú aquí?

—No, éso pregunto yo. —Ella soltó una risa nerviosa— Mi tío me dijo que me encargara de una pareja que querían alquilar el departamento, así que... vine por eso.

Se nota el asombro en su rostro. Ella sabe que nosotros somos familia y, para rematar, tuvo una especie de amorío con Jason cuando nosotros no teníamos nada. Es incómodo estar viéndola, pero luego de que mis padres se enteraran de lo que tenemos él y yo, me da igual que lo sepa el resto del mundo.

—Pues sí, —habló Jason— Él no nos avisó que vendrías a buscarnos tú, tampoco teníamos idea de que... tú eres la sobrina de ese hombre. —me miró y tomó mi mano—. Pero sí, somos una pareja. Y sin más rodeos, ¿Nos enseñas el departamento?

—Cla...claro, sólo síganme. —Sonrió falsamente y caminó hacia el único edificio que hay en toda la calle. Sacó unas llaves del bolsillo y abrió la puerta con ellas.

Silencio. Nadie dice nada, nadie se mira en el transcurso hacia el apartamento. Admito que me siento incómoda y hasta cierto punto molesta. No con Jason, ni tampoco con ella en específico, es la situación la que me tiene tensa porque de todos modos es una chica que tuvo algo con él y el hecho de estar cerca de ella no me hace gracia.

PERMITIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora