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Atenea


La impotencia es una de las peores sensaciones que alguien puede llegar a sentir. Es como si estuvieras en un cubículo oscuro, tan pequeño y apagado que no logras ver, pero sabes que fuera de él está la persona que amas. Quieres y debes salir de ahí, solamente no sabes cómo. Estás acorralado, lóbrego y confuso. No hayas la forma de ayudarlo y el desespero que te provoca eso es tan fuerte que no te deja pensar con claridad.

Algo así me pasó en el momento que el doctor me dijo; tendrán que buscar a alguien que le done esa sangre. Porque yo no la tengo, nadie que conozca la tiene, y por la misma razón debo recurrir a los que decían ser mi familia.

Una vez más.

Me jode tener que ir, agachar la cabeza y pedirles ayuda luego de todo. Más porque fácilmente pueden sonreír en mi cara y decirme: ¿Lo ves? Sabíamos que terminarías necesitándonos. Y el hecho de darles la razón después de todo lo que me dijeron, me agobia.

Hannah está a mi lado, con un café en la mano prestando atención a todo lo que le estoy contando. Ella no podrá aparecer sangre del grupo sanguíneo de Jason así de la nada, pero sí puede ayudarme a buscar la forma de pedírsela a los Weller sin caer tan bajo.

—Mira, —me dijo— hasta cierto punto entiendo el enfado de ellos. Pero ya todo lo que me estás contando me suena inhumano. Él estaba herido y tú sola y sin dinero, pese a todo son tu familia y está mal que los hayan dejado así.

—Para ellos el "está mal" solo aplica cuando les conviene, Hannah. —exhalé, de todos modos no es de esto de lo que planeo hablar— Pero basta, sólo necesito que me ayudes a pensar de qué forma les pediré que nos ayuden con la transfusión.

Ella se quedó en silencio algunos segundos al igual que yo. Pero nada llega a mi cabeza, las ideas están nulas. He tenido tanto ajetreo mental que ya no logro pensar nada con claridad.

—Vayamos a la casa de Jack... —me dice— no pensemos tanto. Solo pidámosle y ya, si le decimos que la vida de su hijo depende de eso ¿Crees que no lo ayudará?

—Él sí lo ayudará.

—Entonces vamos. —me alentó.

—Bien, vamos rápido —me levanté de la silla de la sala de espera y comencé a caminar junto a Hannah hasta salir del hospital y subirnos a su auto.

Ella comenzó a conducir a una velocidad considerable y mientras tanto yo saqué mi móvil para enviarle un mensaje a Dylan avisándole de todo lo que está ocurriendo.

Mensaje.

—Dylan, la herida de Jason se abrió y ahora está en el hospital. Resulta que Hannah me está ayudando y aunque no lo creas resultó ser la sobrina del que nos alquiló el departamento. Quizás este mensaje es un balde de agua fría pero otra vez Jason está grave. Necesita una transfusión de sangre 0- pero nadie en el hospital la tiene y sé que Kim no es de ese grupo. ¿Tú sí? En fin, ahora voy camino a la casa de Jack para saber si él comparte el mismo grupo de su hijo y ver si nos puede ayudar. Avísale a Kim.

Se sorprenderá cuando lea todo eso.

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Estacionamos el auto frente a la casa de Jack Weller y avanzamos hasta la puerta de la entrada. Los grandes ventanales de cristal están semi abiertos dejando ver la mayoría de las áreas de la casa.

PERMITIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora