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Atenea


Me devolvió el alma al cuerpo.

Ya habían esperanzas desde que Helena decidió ayudarnos. El miedo sigue latente en mi pecho, pero una oleada de fé lo envolvió haciendo casi nulo ese sentimiento. Creía que no saldríamos de esta, en el fondo pensé que no íbamos a lograrlo, pero la vida me dio una bofetada que fué como; aún no ha terminado el momento de ustedes.

Ahora mismo solo deseo que aceleren el auto y llegar cuanto antes al hospital. Quiero tomar el rostro de Jason y hablarle aunque no pueda escucharme. Deseo que sepa ya mismo que su padre y su madre siguen con él, amándolo y que no lo dejarán solo. No otra vez.

—¿Hospital central? —preguntó Jack, al volante.

Él está en el asiento del piloto, yo en el del copiloto y detrás Helena. A la par del auto están Kimberly y Dylan en el auto de él y Hannah en el suyo. Todos vamos rumbo al hospital.

—Sí. —le respondí y nadie dijo nada más. Apreté mis piernas tratando de contener la emoción que tengo por dentro porque sé que Jason estará bien.

A penas llegamos al hospital todos nos bajamos de los autos. Comenzamos a caminar hasta adentrarnos ahí, todos iban detrás de mí porque aunque la mayoría seamos familiares, el doctor que lo está atendiendo me conoce a mí porque me presenté como su prima.

A lo lejos lo ví, hablando con la chica de la recepción y de inmediato me acerqué junto al resto.

—Buenas doctor... —él me miró— Ya tengo al donante.

—Guao, sí que se movieron rápido. —sonrió— ¿Quién será?

—Yo, —habló Jack— Soy el padre de Jason Weller.

—Mucho gusto, señor Weller. La transfusión debe ser lo más rápido posible, así que acompáñeme.

—De acuerdo. —respondió él. Pero antes de irse de giró a su esposa y le dió un corto beso sobre los labios. Luego me miró a mí y a Kim y sonrió antes de avanzar junto con el doctor.

—No le pasará nada grave. —hablé yo, para calmar a Helena— A ninguno de los dos. Verás que estarán bien.

—No podría soportar pasar por lo mismo de aquella vez... —tomé su mano.

—No, no, eso no pasará. ¿Ya has visto todo lo que hemos pasado y aún seguimos en pié? Esto es una mierda para él, todo saldrá bien.

Helena sonrió—. No sabes cuanto le agradezco a Dios que, a pesar de todo, tú y mi hijo hayan protegido su amor a toda costa. Eres lo mejor que le ha pasado a Jason, querida.

—Y él es lo mejor que me ha pasado a mí.

—Olvídate de que son familia. Eso queda en segundo plano cuando dos personas se aman como ustedes lo hacen.

—Muchas gracias, Helena. Hemos pasado lo más duro, pero siempre da fuerza que alguien te apoye.— Ella sonrió lentamente y depositó un beso en mi frente.

PERMITIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora